La Europa de los cánones

Hace algunos días apareció en los medios de comunicación la noticia de que la Unión Europea obligaba a España a establecer un canon sobre los préstamos de libros en las bibliotecas públicas, que hasta ahora nuestro país se había resistido a implantar. Cualquiera que leyera la noticia con ignorancia absoluta de lo que representa Europa estaría tentado a pensar que nos movemos en un Estado federal europeo con un fuerte grado de centralización, en el que el gobierno central (léase la Comisión ) tiene competencia hasta para establecer algo tan secundario como una tasa sobre el préstamo de libros en bibliotecas.

Sin embargo, sabemos perfectamente que Europa está muy lejos de ser un Estado federal -ni siquiera confederal-, en su proceso de construcción está ausente cualquier atisbo de unión política digno de ese nombre. La Unión Europea carece casi de presupuesto, no cuenta con impuestos propios, ni posee una legislación común en materia social, laboral y fiscal, incluso ha resultado imposible hasta la fecha llevar adelante la menor armonización de las legislaciones de los Estados en estas materias.

He aquí la paradoja, más bien diríamos contradicción, del proyecto europeo. Mientras la Unión tiene facultad para dictaminar si aquí o allá se puede hacer una carretera, carece casi por completo de competencia en materia de legislación laboral; y mientras una tasa sobre préstamo de libros debe ser común en toda la Unión , en el impuesto de sociedades o sobre las rentas de capital cada Estado puede legislar lo que más le plazca. Y si nos referimos ya a nuestro país, el absurdo llega más lejos, dado que cada Comunidad Autónoma puede decidir si tiene o no impuesto de patrimonio e impuesto de sucesiones.

La contradicción surge a primera vista; aunque si miramos más a fondo quizás lleguemos a la conclusión de que lo que juzgamos absurdo tiene su sentido, obedece a una lógica bien precisa, la del capital, que poco a poco va imponiendo en todos los países europeos sus dictados, en consonancia con sus intereses. Es posible que la intención de los padres de la Comunidad Europea fuese otra, pero lo cierto es que desde hace por lo menos veinte años, a partir del Acta Única, Europa se ha ido configurando de acuerdo con un modelo muy preciso, el del neoliberalismo económico. Porque si bien es verdad que a nivel teórico se enuncian principios muy grandilocuentes acerca del Estado social, más tarde éstos se traicionan en la práctica y, lo que es más grave, se crean unas condiciones tales que impiden cada vez más su desarrollo en los Estados miembros.

El pasado día 3, el Partido Socialista francés, en un comunicado conjunto con el SPD, abogaba por una Europa más social y un Banco Central Europeo orientado no sólo al control de la inflación sino también a  propiciar el crecimiento y el empleo. No sé si hay que tildar dicho comunicado de inocente o de hipócrita porque, después del camino andado, las cosas están atadas y bien atadas y resulta imposible cualquier avance en determinados terrenos.

El problema de los partidos socialdemócratas es que en la construcción de la Unión Europea han ido cediendo a los conservadores y a los representantes del capital todo lo que éstos demandaban sin exigir contrapartida alguna. Primero, la libertad en el comercio, fuera barreras aduaneras; más tarde, libre circulación de capitales; y, por último, la unión monetaria con un Banco Central autónomo e independiente del Consejo y del Parlamento, y con una preocupación exclusiva: el control de precios.

¿Por qué piensan los partidos socialistas que los poderes económicos y las fuerzas conservadoras van a estar dispuestos en estos momentos a hacer concesiones si no tienen nada que ganar? Blair ya lo planteó sin ambages en la elaboración de la Constitución Europea : ninguna concesión en materia de armonización fiscal, social y laboral. Con lo que la Constitución queda reducida a un catálogo de buenas intenciones.

Ahora, Merkel plantea un elenco de mínimos organizativos para que la Unión Europea a 27 funcione. Pero, bajo estos parámetros, ¿quién tiene empeño en que funcione?