Fanatismo
monetarista
El FMI,
Por otra parte, la subida de los tipos en
Estados Unidos no tiene por qué ser un ejemplo a imitar. Sus condiciones
económicas son muy diferentes a las de Europa, y el euro, si bien en los
últimos tiempos ha perdido algunas posiciones frente al dólar, continúa aún en
una situación de fortaleza que daña la competitividad de los productos
europeos. A las principales economías de Europa no les vendría mal que el euro
se depreciase incluso más.
Carece, por tanto, de todo fundamento la
postura adoptada por el BCE de subir la semana pasada un cuarto de punto el
tipo de interés. ¿Por qué lo ha hecho, entonces? Sólo cabe una explicación, el
fanatismo fetichista con que actúa, fiel al prurito de su independencia. Se
afirma que esta subida no va a dañar el crecimiento. Desde luego, bien no le va
a hacer, y lo más peligroso es que abre la puerta a la incertidumbre de si la
presente subida es la antesala de futuros aumentos. La historia económica de
los últimos treinta años está plagada de casos en los que los bancos centrales
han ahogado las incipientes recuperaciones.
En nuestro país, durante mucho tiempo, la
política permanentemente restrictiva del Banco de España ha sido un lastre para
Existe una concepción mágica de la política
monetaria y un cierto fetichismo a la hora de controlar la inflación. ¿Alguien
puede indicar por qué hay que situar el objetivo en el 2 por ciento y no en el
2,5 o en el 1,5? En realidad, lo único cierto es que tiene que encontrarse por
encima de cero para permitir una progresiva alineación de los precios relativos
a la diferente evolución de la productividad en los distintos productos, dada
la rigidez a la baja de muchos de los precios. La política monetaria debe de
estar al servicio de toda la actividad económica y no centrarse exclusivamente
en mantener de forma mecánica un nivel de precios, sacrificando a ello
crecimiento y empleo. Debe de evitarse, sin duda, una espiral inflacionista,
pero ésta también se puede ocasionar entre precios y tipo de interés, que al
fin y al cabo no es más que el precio del dinero. En la inflación de costes no
sólo intervienen los salarios o los precios de otros inputs, también los gastos financieros.