Cuevas tiene razón

El presidente de la patronal manifestó, hace algunos días, que en la economía española existen puntos débiles muy serios que hay que atender. Tiene razón. Solo que el hecho no tiene nada de novedoso. Está bien que frente al triunfalismo económico actual se establezca un contrapunto, pero también hubiese sido interesante que éste se hubiese colocado en el pasado cuando el gobierno era de otro color político. Insisto, los puntos débiles de nuestra economía vienen de muy lejos, como de lejos vienen la favorable coyuntura económica y el triunfalismo gubernamental.

Cuevas tiene razón en situar la inflación como uno de los problemas de la economía española. Aun cuando los últimos datos hayan sido mejores que los esperados, lo cierto es que la diferencia de inflación con respecto a los demás países de la zona euro es lo realmente importante y esta se mantiene. El presidente de la CEOE está en lo cierto al afirmar que, año tras año desde hace seis, los precios españoles se incrementan un punto más que los de sus competidores lo que resulta insostenible y está teniendo graves consecuencias para la balanza de pagos, cuyo déficit bate todos los record.

En todo ello al señor Cuevas no le falta razón, pero debería ir más allá y preguntarse dónde se encuentra el origen de este comportamiento negativo de nuestra economía. El discurso oficial siempre oculta algo obvio y elemental y es que los precios los fijan los empresarios. Detrás de la inflación lo que se encuentra es la lucha entre los distintos tipos de renta, principalmente salarios, beneficios y rentas de capital, por aumentar su participación en la tarta. Los datos no dejan lugar a dudas, han sido las empresas las que se han llevado el gato al agua. Por el contrario, la participación de los salarios en el crecimiento económico de los últimos años ha sido nula, ni siquiera han podido, por término medio, mantener el poder adquisitivo. No sé por qué se reclama siempre moderación salarial y no se exige lo mismo a los beneficios empresariales.

El presidente de la CEOE tiene de nuevo razón al citar también como punto débil de la economía el fuerte endeudamiento de las familias –igual tesis mantiene el Banco de España– que, unido a la elevación de los tipos de interés, puede amenazar el consumo y por lo tanto la demanda interna de los próximos años. Acierta del mismo modo cuando afirma que la política monetaria restrictiva va a afectar mucho más a los particulares que a las empresas, ya que éstas se han capitalizado intensamente debido a los fuertes beneficios de los últimos años, mientras que las familias han tenido que endeudarse y, por tanto, serán mucho más sensibles a la subida de los tipos de interés.

El señor Cuevas no se equivoca, pero debería de terminar el razonamiento y asumir que, una vez más, es la mala distribución de la renta (a favor del capital y en contra del trabajo) la que se encuentra detrás de esta lacra de la economía española; al tiempo que engordan los beneficios empresariales, crece aceleradamente el endeudamiento de las familias.

Es sumamente curioso que todo el mundo se apresure a señalar las muchas secuelas negativas que presenta el endeudamiento del sector público, no parece, sin embargo, que se efectué el mismo análisis cuando son las familias las que se hipotecan, y lo cierto es que las consecuencias son tanto o más adversas en este último caso. De nada vale que el Estado no tenga déficit si la contrapartida es el endeudamiento de las familias. En ambas situaciones se está creciendo (en el caso de que se crezca) a crédito, lo que sin duda tendrá efectos nocivos para el desarrollo futuro, a no ser que se cumplan los presupuestos keynesianos, pero no veo yo muy keynesianos a los fustigadores del déficit público.