Romper
huevos
Para hacer una tortilla se precisa romper huevos,
atestigua el dicho popular, y pocas aseveraciones serán más certeras. Rodríguez
Zapatero se enfrenta a la necesidad de hacer su primera tortilla, los
presupuestos para el año 2005. Está llegando la hora de la verdad, la de romper
huevos, y veremos cómo se bandea en ese menester. Hasta ahora se ha mantenido
en el talante y en el “todos somos buenos”. Buenas palabras a unos y a otros,
promesas. Antes o después tienen que presentarse las alternativas y
Ha tenido
que decir su primer no, aunque sea por boca interpuesta, la de su
vicepresidenta. Los presupuestos no pueden negociarse con el tripartito. Este
“no” resulta tanto más llamativo en cuanto que el sí provenía de su propio
Gobierno -del ministro de Industria- y del propio partido, suponiendo que el
PSC sea el mismo partido que el PSOE. Ahora dicen que son formaciones políticas
distintas, pero entonces no se entiende por qué hay militantes del PSC en la
Ejecutiva del PSOE y no militantes del PSOE en
El PSOE
debería tener cuidado con este juego de asociación de partidos autónomos e
independientes. Así empezó IU y es notorio a dónde se encamina. No digo que sea
la única causa y tal vez ni siquiera
Desde
luego, la propuesta de negociar los Presupuestos Generales del Estado con el
Gobierno de la Generalitat era a todas luces insólita, cuando no insultante.
Insólita e imposible de realizar si lo que se pretendía era que se discutiese
con cada uno de los gobiernos autonómicos. Tan insólita como la idea peregrina
del ministro de Administraciones Públicas de concederles la posibilidad de veto
en el Senado. Insultante para el resto de las Comunidades si, como parece más
probable, la intención era dar un trato de favor y de privilegio a los
catalanes. Cosa muy distinta es que el grupo parlamentario socialista, dado que
no tiene mayoría en el Parlamento, se vea en la obligación de negociar con
otros grupos parlamentarios.
Insólitas resultan también las peticiones del
tripartito: elevar varios puntos el gasto en infraestructuras en Cataluña a
cuenta de los presupuestos estatales y que el Estado les subvencione el déficit
que, según afirman, tiene la sanidad catalana. Pretender que la inversión
pública en cada Comunidad Autónoma se realice en proporción al valor añadido
que cada una de ellas aporta al PIB nacional es negar toda posibilidad de
superar en el futuro la brecha existente y consolidar la desigualdad actual. Sería algo parecido a que en
Más insólita es aún la pretensión de una
financiación añadida para enjugar el déficit sanitario, comenzando por la
indeterminación de este mismo concepto. La sanidad es una parte más de todo el
presupuesto de
La
vicepresidenta del Gobierno ha afirmado que la discusión presupuestaria no es
el momento adecuado para plantear el problema, remitiéndolo al Consejo de
Política Fiscal y Financiera. Hay que temer por tanto que allí se continúe
hablando del déficit de la sanidad, en lugar del déficit de las Comunidades
Autónomas. Peligro, que se resucite el copago.