A
propósito del NO (I)
A raíz
del varapalo que para la
Unión Europea han representado los referéndums de Francia y
Alemania, se han comenzado a oír las afirmaciones más peregrinas,
interpretaciones voluntariosas, interesadas y bastante alejadas de la realidad:
1) El
rechazo ha sido a la
Constitución europea por lo que habrá que encastillarse en los
antiguos tratados y en las viejas instituciones. Los que tal afirman
interpretan que lo que se ha puesto en cuestión es la unión política, no la
unión económica. Es más, se juzga que el no se
debe en parte a que no se han cumplido los tratados: Pacto de Estabilidad,
cumbre de Lisboa, aprobación de la
directiva Bolkestein. Retornemos por
tanto a Maastricht, a Niza y adentrémonos más y más en la liberalización de la
economía.
El despiste es
garrafal. Despiste tal vez interesado, pero despiste al fin. El no ha sido principalmente un no a todo el
proceso anterior de unidad tal como se ha llevado a cabo, del cual la
Constitución era tan sólo la
culminación. Es posible que el tratado constitucional no fuese
peor que todos los tratados y acuerdos que le han precedido, pero se percibía
como su consolidación, y además este referéndum se ha contemplado quizá también
como la última oportunidad de rechazar la orientación del proyecto. Los
franceses, los holandeses y con ellos millones de europeos de otros países
rechazan el tratado de la
Constitución porque rechazan la vía liberal y darvinista por
la que ha transcurrido hasta ahora la construcción europea. Entender el mensaje
no es únicamente afirmar que la
Constitución está muerta. Lo que de verdad está muerto es el
esquema hasta ahora seguido. No sólo se trata de revisar este tratado, sino
todo el camino recorrido hasta él, es decir, empezar de nuevo.
El triunfo del no
no obedece a que se hayan incumplido determinados
acuerdos. Todo lo contrario. Si el Pacto de Estabilidad ha caído en desuso, si
no se ha aprobado la directiva Bolkestein, si apenas
se ha avanzado en la liberalización que propugnaba la cumbre de Lisboa, se debe
a que los mandatarios internacionales no se han atrevido a hacerlo, sabían lo
que se les venía encima, la oposición radical de sus sociedades. Si de verdad
quieren entender el mensaje, no tendrán más remedio que retroceder aún más y
rectificar.
2)
El triunfo del no se ha debido a problemas internos. Los
ciudadanos se han equivocado, han utilizado el referéndum de la
Constitución europea para castigar a sus respectivos gobiernos
y sus políticas.
Tal afirmación es
mentira, por ser una media verdad. Qué duda cabe que el rechazo es a una
política interior inadecuada, pero esta política no es la de un gobierno
concreto sino la propugnada por casi todos los partidos como concreción de las
normas europeas y también, según ellos, como la única posible en ese contexto.
Si
algo han demostrado estas consultas populares ha sido el profundo divorcio
entre los ciudadanos y sus dirigentes en cuanto a la opinión que les merece el
proyecto de Unión Europea, y esta discrepancia se traslada lógicamente a la
política interior, que aparece como prolongación de aquel y detrás del cual se
escuda permanentemente. El rechazo no es a la política económica de un
gobierno, sino a la de todos los gobiernos y a la de las formaciones políticas
en la oposición, ya que todas ellas aparecen en lo fundamental como semejantes.
La
percepción que se ha transmitido a los ciudadanos es que la
Unión Europea está detrás del desarme de las conquistas
laborales y sociales del pasado y que constituye el mayor impedimento para
mantener el empleo y el Estado del bienestar. ¿Puede extrañar que se hayan
decidido a decir no? Parece lógico que se nieguen a continuar por un
camino que les aleja del Estado social del que estaban orgullosos y les adentra
progresivamente en el modelo económico darvinista y liberal. Europa ha servido
a todos los gobiernos de todas las formaciones políticas de coartada, no se
sabe si cierta o inventada, para el recorte de derechos y libertades sociales.
¿Cómo vamos a sorprendernos de que los ciudadanos no encuentren ningún
atractivo en esta Unión Europea?