El
doble rasero occidental
Nunca he entendido en función de qué los países que poseen y fabrican
armas de destrucción masiva se sienten con derecho a prohibir a otros países
que las ambicionen. El régimen de Irán no me parece especialmente deseable.
Siento repulsa ante las bravatas fanáticas de su primer mandatario, pero eso no
me impide ver la contradicción que implica que las grandes potencias -blindadas hasta los dientes y con armamento nuclear en las bodegas- pretendan tener autoridad para condenar a Irán por aquello que ellos
mismos practican. El impudor llega a la cúspide cuando EEUU, en la reunión de
¿Qué palabra emplear para calificar la reacción de las grandes potencias
occidentales ante el triunfo de Hamás en las elecciones palestinas? ¿Será acaso
hipocresía? Cantos y loas a la democracia, pero mientras el resultado que se
obtenga sea el apetecido; de lo contrario, se llega incluso al chantaje y a
poner en entredicho la validez de
Es muy lógico que el resultado obtenido en las elecciones palestinas no
agrade a Israel y que no sea el esperado por la llamada comunidad
internacional, pero es el que han querido los ciudadanos. La reacción no puede
consistir en romper la baraja y cerrar el grifo de las ayudas. Más bien habría
que preguntarse acerca de la razón que está detrás de este desenlace electoral.
A Hamás se la tilda de asociación terrorista, pero ¿acaso no es terrorista el
comportamiento del Estado de Israel cuando bombardea a poblaciones civiles o
lleva a cabo lo que llama “asesinatos selectivos”?
En los últimos días, la violencia ha estallado en la mayoría de las
sociedades musulmanes en contra de los países occidentales. El motivo, unas
viñetas aparecidas en alguna publicación danesa y noruega que se juzgaban poco
respetuosas con el profeta. Como corolario ha surgido toda una polémica acerca
de si debía primar el derecho a la libertad de expresión o el respeto a las
creencias religiosas. Para los que nos creemos hijos de
El fundamentalismo islámico no es ningún fenómeno insólito ni puede
resultarnos ajeno. Las sociedades occidentales han vivido durante muchos siglos
en un fundamentalismo religioso tan agudo o más que el que hoy domina a gran
parte del mundo musulmán. Las guerras de religión asolaron Europa,
Carece de sentido por tanto escandalizarse del régimen teocrático que
rige en muchas sociedades islámicas. Sería lo mismo que escandalizarse de
nuestras raíces culturales. Entre sus sociedades y las nuestras sólo hay una
diferencia de tiempo y de desarrollo. Pero, por lo mismo, tampoco se debe hacer
concesiones a sus creencias, ello equivaldría a retornar a situaciones que,
teóricamente al menos, hemos superado. Y ahí está el quid de la cuestión,
¿realmente las hemos superado? No es lícito aplicar un doble rasero. Será
difícil que los islamistas acepten que nos riamos de sus dioses si antes no
estamos dispuestos a reírnos de los nuestros, de todos, incluso de los patrios
y nacionales.
Conviene reflexionar, porque la blasfemia continúa estando tipificada
como delito en el Código Penal español. Maragall y Carod no me caen
especialmente simpáticos, pero contemplo con horror cómo pueden ser llamados a
declarar ante un tribunal por el simple hecho de hacer el payaso
fotografiándose con una corona de espinas en
Mientras Bush mande sus ejércitos a destruir un país como Irak al grito
de “Dios salve América”, y mientras el resto de países occidentales se lo
consienta, va a resultar difícil que las críticas a Mahoma no se perciban como
una guerra de religiones en lugar de como actos de desmitificación y
secularización. Si de verdad queremos erradicar el fundamentalismo islámico,
preguntémonos por sus causas. No nos será fácil comprender el régimen instalado
en Irán por Jomeini si no acudimos a la tiranía del Sha y a la complicidad americana. Mientras perduren
atrocidades como las de Palestina y masacres como la invasión de Irak, el
fanatismo islamista, lejos de reducirse, se potenciará y ganará en extensión.