Los pactos de Estado

Los pactos se han puesto de moda. La nueva dirección del PSOE lo convierte todo en tema de estado. Pacto de Estado para el terrorismo, para las mujeres maltratadas, para las vacas locas, para la inmigración... A decir verdad, nunca he entendido esa teoría que califica como de Estado algunas cuestiones y pretende así sustraerlas al debate político. Si no es sobre el Estado ¿sobre qué va a girar la confrontación política? ¿Sobre la práctica de la quiromancia? Cuanto más de Estado sean los asuntos, más contenido político tendrán y más susceptibles serán, por tanto, de generar discrepancias ideológicas. Lo que en los momentos actuales se necesita es menos consenso, menos pactos y más oposición. Bien es verdad que entonces Rodríguez Zapatero dejaría de ser tan popular. Porque el problema es que aquí nos hemos hecho todos populares, y es difícil descubrir dónde termina un partido y dónde comienza el otro. No es que los temas sean de Estado, sino que hay un solo partido, partido de estado, aunque sea bifronte.

No hay verdadera oposición en el escándalo de Murcia, porque la esclavitud a que se somete a los emigrantes no es más que el último escalón, el más avasallado, maltratado y vejado de un proceso generalizado de deterioro de las relaciones laborales. La inspección de trabajo no funciona respecto a la contratación de emigrantes porque no funciona en ningún ámbito. La mayoría de las empresas gozan de total impunidad. Y cuando las condiciones llegan al límite, se hacen insoportables y no quedan españolitos dispuestos a tolerarlas, a los emprendedores empresarios siempre les cabe el recurso de los africanos, ecuatorianos o polacos, da igual, carne de cañón para esa España que va bien.

No hay oposición con el síndrome de Kosovo, porque la guerra de Yugoslavia se consideró asunto de Estado. Hoy los efectos colaterales salpican también a los soldados de la OTAN, a los profesionales, pues como somos tan progres hemos logrado ya que a la mili sólo vayan las clases bajas. A su vez, los principales mandatarios de los países europeos se rasgan las vestiduras. Son los mismos, sin embargo, que de forma cómplice permitieron entonces que se bombardease con material radiactivo a los servios, a los albaneses y a los bosnios, radiactividad que tan sólo ahora descubre la ONU. Los mismos que poco después nombraron al principal responsable de la masacre, a Javier Solana, míster Pesc.