Contra
el fraude fiscal
Hay que
congratularse de que la semana pasada el Ministerio de Hacienda presentara un
plan contra el fraude fiscal. Hacía tantos años que no se anunciaba un proyecto
de estas características que casi nos habíamos olvidado del tema. En los
últimos tiempos la única mención al fraude era con ocasión de las rebajas en el
IRPF... para justificarlas. Se decía que la elevada cuantía del fraude (sólo
pagan por este impuesto los pobres y los trabajadores) convierte a esta medida
en justa y progresiva. Es más, se llegaba a sostener que la forma más eficaz de
combatir la evasión fiscal era la reducción de los impuestos. Desde luego, si
éstos desaparecen, el fraude también. Muerto el perro, se acabó
El haber colocado la lucha contra el fraude
fiscal entre las prioridades del Ministerio de Hacienda es una noticia que por
fuerza debe ser bien acogida y más aún al concretarse en una serie de medidas
todas ellas llenas de coherencia. La primera, sin duda, es la pretensión de
coordinar dentro de
Igual cabe afirmar
del intento de potenciar
Nadie niega que la inspección deba contar
con expertos cualificados para desenmascarar operaciones muy sofisticadas de
ingeniería financiera, pero sin duda esta área constituye una parte muy
concreta y determinada del fraude fiscal, que debe afectar por tanto a un
número reducido de funcionarios. La parte más vasta de la evasión se encuentra
en la ocultación de rentas y de operaciones económicas por procedimientos mucho
más simples, que sólo precisan para su descubrimiento de determinadas
exigencias legales y de la orientación de la inspección a la indagación de los
hechos ocultados.
De nuevo, la comparación con la lucha contra
la delincuencia puede ilustrar lo que se viene afirmando. ¿Qué ocurriría si
ésta se intentase afrontar exclusivamente con fiscales que calificasen muy
correctamente los hechos delictivos pero sin policías que los descubriesen? El
fracaso estaría servido. En realidad, el fraude fiscal es un tipo de
delincuencia. En la mayoría de los casos de guante blanco y por ello no
requiere emplear las medidas coactivas y de fuerza que utilizan los cuerpos
policiales, pero sí sus técnicas y sus procedimientos de investigación. Incluso
no hay que descartar que determinadas evasiones fiscales se adentren en los
ámbitos oscuros de la delincuencia propiamente dicha y en la que se haría
necesaria la actuación policial en sentido estricto. Por ello, hay que lamentar
que una vez más el Ministerio del Interior, por criterios puramente
corporativos, se niegue a que
En cualquier caso,
hay que alegrarse de que