Quosque tandem,
Catilina?
Falleció el pasado viernes. Tenía la
intención de dedicar esta columna a Jesús Albarracín; pero ante la reforma
laboral aprobada, he pensado que ningún panegírico mejor que tratar de escribir
aquello que él hubiese querido escribir.
«¿Hasta cuándo, Catilina, seguirás abusando de nuestra paciencia?». Así
comenzaba Cicerón su famoso discurso ante el Senado. Locución de sobra
conocida, pero que viene como anillo al dedo en la actualidad. ¿Hasta cuándo
seguiréis abusando de nuestra paciencia? Podrían clamar hoy millones de
trabajadores. ¿Por cuánto tiempo aún os aprovecharéis de nuestra apatía y
pusilanimidad? ¿Es que no han aumentado bastante vuestros beneficios? ¿Hasta
qué límite tendrá que reducirse el salario real? ¿De cuántas reformas laborales
más necesitarán vuestra avaricia e ineptitud?
Parecía que la reforma del 94 había llegado
al sumo, que más allá era imposible avanzar, pero después vino la del 97 y
ahora la del 2001. Voces interesadas hablan de equidistancia. Por la teoría de
la relatividad conocemos que el espacio depende del tiempo, y en el tiempo que
nos ha tocado vivir lo que no hay es ni siquiera distancia entre patronal y
Gobierno. Son, en realidad, la misma cosa. ¿Por qué razón iba la CEOE a hacer
concesiones en la mesa de negociación, sabiendo que el Gobierno estaba
dispuesto a acceder a todas sus pretensiones?
Se abarata el despido, de 45 a 33 días por
año trabajado, pues como la más elemental lógica indica para mantener el empleo
no hay nada como incentivar los despidos. Se rebajan más y más las cotizaciones
sociales, y así dentro de unos meses podrá afirmarse que el sistema público de
pensiones es insostenible y requiere una nueva reforma. Pero, sobre todo, se
modifica el contrato a tiempo parcial, que más bien debería llamarse de salario
parcial porque será la retribución, y no la jornada, lo que se reduzca.
Regulado con tal flexibilidad, resulta preciso estar el día completo a disposición
de los empresarios, sea cual sea el tiempo efectivo de trabajo. Eso sí, en
prueba de equidistancia, se concede una propinilla, una indemnización de ocho
días por año trabajado para los contratos temporales, como si alguno de ellos
durase tanto. Tendrán que calcularse horas y minutos. ¿Equidistancia? Desde
luego el espacio es relativo. Einstein no se confundió