Monopolio eléctrico

El Gobierno aprobó la fusión Endesa Iberdrola y el vicepresidente segundo se ha encargado de comunicarnos la buena nueva: los consumidores tenemos que estar exultantes porque «el acuerdo de fusión no sólo no reducirá la competencia sino que la incrementará». No seré yo el que dude de las palabras de un hombre tan circunspecto como don Rodrigo, pero he adquirido el inconfesable vicio de plantearme interrogantes. Me dicen que la nueva empresa controlará el 42% de la generación, el 48% de la distribución y el 40% de la comercialización, y que, además, mejorará la situación actual. Caramba, ¿en qué situación estábamos? ¿A eso llaman competencia? Algunos señalan las duras condiciones impuestas por el Gobierno. Y digo yo, pues anda que si no llegan a ser duras...

El PSOE en esta ocasión ha estado fino, ha hablado de consolidación del monopolio. La expresión es correcta, se trata de consolidar lo ya existente. Poca diferencia encontrará el consumidor en este baile entre empresas. Poco cambia su condición de indefensión si los porcentajes son unos u otros. De una u otra manera, el mercado quedará cautivo de un número muy reducido de sociedades. El juego, más bien la contienda, discurre entre las compañías y entre las compañías que son accionistas de las compañías. Hay a quien le preocupa que el Gobierno favorezca a unas empresas en detrimento de otras. A mí lo que me indigna es que abdique de sus competencias y responsabilidades y ponga todo en manos del capital.

Un efecto positivo va a derivarse de estos trajines. Empieza a diluirse todo ese discurso melifluo de la liberalización. Poca duda cabe ya de que en el mercado eléctrico, en las comunicaciones, en el gas, en los hidrocarburos, en la banca, etcétera, la competencia brilla por su ausencia. Si malo es un monopolio público mucho peor es un oligopolio privado, comienzan a declarar los otrora defensores acérrimos del proceso de desregulación y de privatizaciones. Pero ¿es que de verdad creían que podía ser otro el resultado? Lo peor está por venir, si no corregimos a tiempo la tendencia. Ahí está California, con problemas de suministro eléctrico cual república bananera. Y es que las empresas no tienen por qué saber nada de servicio público. Sólo entienden, lógicamente, de cuenta de resultados y, como ahora se dice, de incrementar el valor.