La
fortaleza del euro
El euro lleva tiempo apreciándose con respecto al
dólar. Curiosamente, el BCE incluyó hace unos días entre sus preocupaciones la
fortaleza de la moneda europea. Y digo curiosamente, porque al mismo tiempo
salía también en apoyo del Pacto de Estabilidad y se rasgaba la
vestiduras por los vientos que corren entre los grandes países
favorables a su flexibilización. Lo peor del neoliberalismo económico, del que
el BCE viene siendo un buen exponente, es su falta de consistencia. No le
preocupa, con tal de salvar sus dogmas, defender posiciones contradictorias.
Los
europeos, como los conversos, hemos abrazado la nueva doctrina con
fundamentalismo; en EEUU, por el contrario y paradójicamente a pesar de ser su
cuna -y el partido republicano de donde han salido sus
máximos adalides- no tienen ningún reparo en abandonar, cuando les interesa, la
senda de la ortodoxia. Reagan hizo keynesianismo, y de keynesiana, aunque de
derechas, hay que calificar la política que está implantando la Administración
Bush. Política monetaria permisiva hasta mantener tipos reales de interés
negativos y, por si funcionase la trampa de liquidez, han generado un
importante déficit público, que se transforma lógicamente en un abultado
déficit exterior con la consiguiente depreciación de la moneda. Depreciación al menos consentida por el Gobierno, con la finalidad de
ganar competitividad frente al resto de los países. A todo ello se deben añadir
medidas directamente proteccionistas como las que han adoptado con el acero.
Ante la crisis económica, EEUU, consciente o inconscientemente, ha apostado por
la reactivación y el crecimiento sin importarle mucho si para ello tenía que
abandonar en la práctica los dogmas neoliberales.
Los
neoliberales europeos mantienen, sin embargo, posiciones mucho más doctrinarias
y cerradas. En la instrumentación de la política monetaria el BCE ha ido
siempre a remolque del Banco de la Reserva Federal americana, sosteniendo
permanentemente frente a él un diferencial en el tipo de interés. Rozando la
deflación, lejos de preocuparse por la reactivación económica, han seguido
atados al credo de la estabilidad presupuestaria, exigiendo a países como
Francia y Alemania que aun hallándose en recesión cumpliesen con el Pacto de
Estabilidad. Y ello a pesar de que ambos países presentan balanzas por cuenta
corriente excedentarias.
El problema
fundamental que en estos momentos tiene Europa es de crecimiento, y
difícilmente lo va a solucionar con una política monetaria tan tibia y
anclándose contra viento y marea en el Pacto de Estabilidad. Nada hay en el
presente, excepto sus prejuicios, que impida a los países europeos realizar una
política más agresiva, tanto más cuanto que es este tipo de política el que
está practicando el Gobierno americano. La economía europea presenta superávit
en su balanza de pagos, la inflación está contenida y el euro se está
apreciando, apreciación que se convierte en un factor negativo para la
reactivación económica del viejo continente.
Soy
consciente de que en la actual situación de libre circulación de capitales los
mercados financieros tienen poco de racionales. Pero en esta ocasión, al margen
de motivos políticos como la guerra de Irak, que también puede estar jugando a
corto plazo, no hay nada de irracional en la apreciación del euro frente al
dólar. Más bien se trataría de un caso de libro de texto. Detrás se encuentran
las diferentes políticas económicas asumidas por Europa y EEUU. La fortaleza
del euro, que sin duda está perjudicando la reactivación económica de Europa,
indica también el enorme margen que tienen tanto estos países como el BCE para
hacer una política mucho más expansiva.