El
catecismo del FMI
Al
tiempo que Zapatero anunciaba el adelanto de elecciones, el Fondo Monetario
Internacional (FMI) hacía público su informe anual sobre la economía española.
Cualquiera que haya pasado por el Fondo sabe de la mediocridad intelectual y
profesional de la mayoría de sus funcionarios y del ambiente cerrado y
enrarecido en que se desenvuelven, puede decirse que se cuecen en su propio
jugo. Aún cuando su conocimiento de los países que analizan
es muy somero, pontifican con una gran prepotencia.
Los
informes que aparecen en la prensa como dictámenes de la institución son tan
solo documentos elaborados como mucho por un economista jefe. En su confección
se rigen por las informaciones, a menudo sesgadas, que obtienen de las
instituciones, medios y fuerzas económicas nacionales. A este conglomerado
aplican un catecismo sencillo y monótono compuesto por tópicos neoliberales. No
es infrecuente que los informes elaborados para un país, con pequeños recortes,
cambiando las cifras y con algunas adaptaciones se empleen para otros.
El
informe elaborado para España describe, por una parte, obviedades que se pueden
obtener de las noticias diariamente publicadas en los medios de comunicación:
que España no está fuera de la zona de peligro -¡vaya descubrimiento!, cuando
los llamados mercados están continuamente especulando contra la deuda
española-; que la tasa de paro es inaceptable y más del doble de la media de la
zona euro; que existe una dualidad del mercado laboral -aunque más bien habría
que decir que la contratación temporal alcanza el 30 por ciento, sin parangón
con ningún otro país europeo -, y que las instituciones financieras tienen un
problema de apalancamiento y de inversiones excesivas en el sector de la
construcción, sin que se conozca muy bien el valor real de estas inversiones.
Por
otra parte, el informe se lanza a hacer previsiones sobre el futuro, de esas
que pueden realizarse con total tranquilidad porque llegado el momento nadie se
acordará de ellas. En último caso, prever que la economía española no alcanzará
hasta dentro de cinco años una tasa de crecimiento del 2 por ciento no resulta
muy arriesgado.
Por
último -cómo no-, comienza a aplicar el catecismo. Bendice los ajustes realizados
sin el menor análisis y sin pararse a considerar que tales medidas no han
solucionado nada, más bien al contrario, han empeorado
Reclama
una nueva reforma laboral y aconseja abaratar de nuevo el despido para
incrementar, dice,
Asimismo,
propone un sistema de negociación de los salarios más descentralizado y que no
dependa tanto de la marcha de
El
redactor del informe insiste también en la necesidad de aminorar aún más el
déficit público y para ello recomienda elevar el IVA, los impuestos especiales
y reducir el gasto en funcionarios y en inversiones. Su desconocimiento de la
realidad le lleva a afirmar que la nómina total de los funcionarios en España
se mantiene por encima de la media de la zona euro, lo cual es radicalmente
falso. Como buen neoliberal de catecismo, ignora los impuestos directos y
progresivos aún cuando su aumento sea una forma menos
cruenta de reducir el déficit, no solo porque afectan en mayor medida a las
clases altas, sino porque su efecto negativo sobre la actividad económica es
mucho menor que el de los otros tipos de medidas propuestas ya que la
propensión a consumir es tanto menor cuanto mayor es la renta.
El
informe, por supuesto, no dice una palabra sobre el racionamiento del crédito,
sobre los mercados financieros, sobre el tipo de cambio ni sobre