Una nueva depresión
Frente al optimismo del Gobierno
español, según el cual todos los días estamos saliendo de la crisis, se sitúa
la opinión de los analistas internacionales –especialmente los de EE UU– que no ven las cosas tan claras y no descartan la
posibilidad de que una segunda depresión aceche en lontananza. El mismo Ben Bernanke, gobernador de
Tales conjeturas no tienen por qué
extrañarnos; en realidad, lo sorprendente sería lo contrario. Si en los inicios
de la crisis los mandatarios internacionales parecían haber entendido la
gravedad de la situación y todos los países se apresuraron a tomar medidas,
éstas, pasando el tiempo, han quedado reducidas al salvamento de los bancos con
dinero público, porque hasta los parcos planes de estímulo fiscal que se
adoptaron en el primer año se han desinflado en todas las latitudes, e incluso
en alguna región, como Europa, se han transformado, bajo un brote de
esquizofrenia, en ajustes durísimos. Da la impresión de que lo único que
importaba era salvar las entidades financieras y que una vez conseguido este
objetivo se retorna a las andadas con las prácticas más duras del
neoliberalismo económico. Todo apunta a que se están cometiendo los mismos
errores que en los años treinta.
Pero es que, además, se ha
extendido un velo de silencio sobre los tímidos intentos que se habían
realizado para identificar las verdaderas causas de la crisis: la globalización
económica y financiera y, en Europa,