Los
ajustes de Rajoy, del FMI y del BCE
El
Gobierno, tras afirmar que el rescate bancario no implicaba nuevas condiciones
macroeconómicas, ha puesto en marcha un paquete de medidas considerado de forma
generalizada como el más duro de la democracia, copia exacta del recomendado
por el informe del FMI (léase “de lo que se les había ocurrido decir a algunos
economistas de la escuela de talibanes de esa institución”). El hecho es
sintomático de hasta qué punto hemos perdido soberanía, vivimos en una
democracia vigilada y estamos al albur de las genialidades de unos tecnócratas
(más bien mediocres), con total desconocimiento del país, guiados por
prejuicios ideológicos y escudados en la impunidad, conocedores de que nadie
les va a pedir responsabilidades por sus errores. Almunia lo dejó muy claro al
afirmar con altanería y orgullo: “Las recomendaciones de la Comisión son
imposiciones”. ¿A quién representa el señor Almunia? Perdió las elecciones
dentro de su partido y también ante la sociedad.
El
Gobierno se debate en la perplejidad. Después de haber solicitado el rescate
bancario y haber aprobado un paquete de medidas que le enfrentan con la
sociedad y le hacen perder cientos de miles de votantes, no ha logrado la
aquiescencia de los mercados y la prima de riesgo ha continuado por las nubes,
colocando a España a los pies de los caballos. Y es que es mentira que los
ajustes se hayan decidido por exigencia de los mercados. Los inversores se
mueven mucho más por el estado de la economía y las previsiones de crecimiento,
y estas empeoran significativamente con las medidas tomadas. El propio FMI,
autor originario de ellas, lo certifica al modificar sus previsiones y
pronosticar una recesión más dura, con un decremento del PIB para el año 2013
del 1,2%, el doble del que hasta ahora había estimado, lo que no parece que le
importe mucho -al igual que la terrorífica tasa de desempleo-, con tal de que
el déficit público se reduzca. Lo más irónico es que esto no es posible, si se
deprime la economía.
Según
sus previsiones, continuando con esta política cainita, todo empezará a
solucionarse de forma milagrosa a partir de 2014; hasta la balanza por cuenta
corriente alcanzará el equilibrio, afirman. Lo peor de los organismos
internacionales es que son irresponsables. Sus errores quedan sobre el papel,
pero nadie repasa con perspectiva sus previsiones, las veces que se han
equivocado y -lo más grave- los desastres a los que han conducido a los países
que han asesorado. De seguir esta política, lo más seguro es que nos hundamos
mas y mas en la recesión siguiendo el camino de Grecia.
Si
bien los ajustes y los recortes presupuestarios no calman a los mercados, han
bastado unas vagas declaraciones de los responsables del BCE para que la prima
de riesgo se haya relajado. Y es que el problema más inmediato de la crisis de
la deuda en la Eurozona se encuentra en la pasividad del BCE. En los mercados
financieros actuales, con libertad absoluta de movilidad para los capitales,
privar a un Estado de su banco emisor es abrir la puerta a la especulación.
Operar a la baja resulta una apuesta segura.
La
prueba palmaria de la mentira sobre la que se asienta la Unión Monetaria es que
se pueda llamar rescate al hecho de que el BCE intervenga en los mercados
comprando títulos de los países que lo necesiten. Tal denominación da a
entender que el BCE es algo ajeno a los Estados miembros y que no es el banco
central de todos y cada uno de ellos. Sin embargo, a Draghi
le estamos pagando entre todos, también los españoles. Cuando el Banco de la
Reserva Federal compra bonos del tesoro a nadie se le ocurre afirmar que está
rescatando a EE UU, y cuando el Banco de Inglaterra compra deuda pública de su
país se tendría por un sinsentido manifestar que está rescatando a Gran
Bretaña.
Queramos
o no, la Unión Monetaria, tal como se ha diseñado y está desarrollándose, es
una gran falacia. No hemos construido una unión monetaria, ya que resulta
imposible sin hacer a la vez una unión política. El euro es el marco con
disfraz; el BCE, una sucursal del Bundesbank y la Eurozona, un embrión de un
nuevo Reich, sueño permanente de Alemania, conseguido esta vez sin armas,
gracias a la estupidez de un gran número de políticos europeos. Si continuamos
por esta senda, el FMI tendrá, por desgracia, que cambiar las previsiones para
España y anunciar que la recesión continuará en 2014. Eso sí, sostendrán que
España no ha hecho suficientes ajustes y recomendarán otros nuevos. ¿Nuevos?,
no, porque será otra vuelta de tuerca sobre los mismos, las clases medias y
bajas.