Enseñanzas
del asesinato en Londres
Resulta difícil no estremecerse al escuchar
o leer que, tras una persecución, la policía inglesa, esa que se jactaba de no
llevar nunca armas –el poli bueno de las películas–, después de reducir al
sospechoso y tenerle en el suelo, le había disparado ocho tiros matándole en el
acto. La noticia no parece provenir de
La causa de nuestra
extrañeza radica en que nos resistimos a aceptar
Claro que en España malamente nos podemos
ufanar. Nada menos que el presidente del Tribunal Supremo ha respaldado
Si los países
occidentales podemos estar orgullosos de algo es de haber generado un
pensamiento político que en buena medida deslegitimaba cualquier dictadura y
despotismo, ya fuese político, religioso o económico, y emancipaba al hombre
convirtiéndolo en ciudadano, portador de derechos y sujeto de garantías. Tal
discurso partía de una triple tradición que tiene su origen en
El Estado de derecho se asienta en el
reconocimiento y tutela de los derechos civiles y libertades públicas, la
división de poderes y el sometimiento de todos, incluso los gobernantes, al
imperio de una misma ley. El calificativo de democrático aplicado al Estado
implica la participación de todos los ciudadanos en los asuntos públicos, es un
paso más en la configuración política moderna; con relación al simple Estado de
derecho añade al status libertatis, el status activae civitatis. El
Estado social constituye el último escalón, complemento necesario de los otros
dos. Parte de la consideración de que los aspectos económicos condicionan el
ejercicio de los derechos civiles y políticos, y de que no se puede hablar de
auténtica libertad sin disponer de un mínimo nivel económico. Estima que la
mayor esclavitud surge de los lazos económicos, lo que ya contempló Rousseau al
propugnar que “ningún ciudadano sea suficientemente opulento para comprar a
otro ni ninguno tan pobre como para estar obligado a venderse”.
Liberalismo, socialismo y democracia, lejos
de oponerse, se complementan. La eliminación de cualquiera de estos términos
adultera los otros hasta corromperlos. Los derechos civiles y políticos sin una
participación activa de los ciudadanos en los asuntos públicos se convierten,
en el mejor de los casos, en despotismo ilustrado. La democracia formal, sin
una dosis mínima de igualdad y de control democrático del poder económico,
deviene en dictadura de la clase dominante. El socialismo sin democracia y
libertad termina en tiranía de la burocracia y de los aparatos políticos.
Ciertamente estos principios no se habían
encarnado plenamente y en su totalidad en ningún sistema, pero al menos en los
que llamábamos países desarrollados nadie dudaba de ellos y servían a modo de
referencia en la construcción de los Estados. Desde hace aproximadamente
treinta años, el proceso se ha invertido. La involución comenzó en materia
social y económica, de tal modo que en la actualidad nada queda, al menos en el
orden de la teoría, de los principios y postulados de ese Estado social. Y si
muchos de sus elementos no han desaparecido en la práctica es por la inercia
del pasado y por la lógica resistencia que oponen las sociedades a verse
privadas de determinados bienes de los que gozaron en el pasado.
Era de esperar
Aparece así la verdadera cara del
neoliberalismo económico, con pretensiones de ser pensamiento hegemónico, que
no sólo destruye el Estado social sino también el de derecho y democrático. A
pesar de su nombre, es lo más opuesto al verdadero liberalismo.