El
síndrome de la Moncloa
La novia en la boda, el niño en el bautizo y el
muerto en el entierro. Es superior a sus fuerzas. González no está dispuesto a
perder protagonismo, especialmente en los momentos de triunfo, y por eso quiso oficiar, al menos de padrino,
el otro día en el Comité Federal del PSOE, interviniendo inmediatamente después
de Zapatero.
Supongo que más de uno de los que votaron al partido
socialista el pasado 14 de marzo no habrán podido reprimir un cierto desasosiego
al escuchar el consejo que González daba a Zapatero, “se gobierna desde la
Moncloa no desde Ferraz”, que les retrotraía a otras épocas que preferirían no
recordar. La frase en cuestión, empleada ya por González cuando era presidente
del gobierno, es una reivindicación solemne del régimen autocrático, y la
transmutación de nuestro sistema constitucional, que es de partidos,
parlamentario, y no presidencialista. Los ciudadanos no han elegido a Zapatero
presidente del gobierno, como no eligieron ni a Felipe ni a Aznar. Se eligen
diputados de un determinado partido y son éstos los que más tarde designan al
presidente del gobierno.
Todo régimen autocrático reclama la conexión
directa, sin mediación alguna, del caudillo con el pueblo, con la sociedad. Es
la coartada para tener las manos absolutamente libres y gobernar de forma
despótica.
Los muchos errores de la época felipista
ocurrieron porque se gobernó desde Moncloa y no desde Ferraz. Se ignoró la
opinión del partido, de la mayoría de los militantes, que eran los que en
realidad mantenían el contacto con los ciudadanos. Es más, se les convirtió en
simple correa de transmisión de lo que se decidía en Moncloa, doblegando su
voluntad y su conciencia.
Si el PP ha perdido las elecciones ha sido porque Aznar
se ha empeñado en gobernar desde Moncloa y no desde Génova; porque despreciando
absolutamente la opinión de una parte destacada de su propio partido y de sus
votantes se embarcó en una guerra cruel, injusta y en la que no nos iba nada a
los españoles.
El síndrome de La Moncloa se ha
apoderado de todos los presidentes del gobierno. Zapatero ha afirmado que el
poder no le cambiará. Hoy por hoy su discurso es diferente. Pero aún no ha
llegado a La Moncloa. Por lo pronto, se han empezado a escuchar los cantos de
sirena. Los grandes banqueros, los presidentes de las grandes empresas, los
poderes mediáticos y económicos se han acercado a rendirle pleitesía. El tiempo
dirá si sigue el consejo de González.