El adiós de Anguita

Hace dos años, al presentar a Anguita en el Club Siglo XXI, le parangonaba a los protagonistas de Anouilh, Becket, Antígona, la alondra -Juana de Arco-. Personajes todos ellos marcados por una fidelidad a sus creencias más allá de lo que el discurso oficial juzga razonable. Simbolizan la fe kierkegardiana, la que se asume contra toda evidencia. Ni entonces ni ahora he pretendido trazar una hagiografía. Uno es muy mayor ya para creer en santos. A estas alturas, me apunto más bien a la tesis de Nietzsche de que todo es «humano, demasiado humano». Por ello, tampoco me he escandalizado de los enfrentamientos que durante estos meses han convulsionado IU. Mi intención consiste únicamente en señalar dos características que, para bien o para mal, han convertido a Anguita en un político atípico.

La primera es precisamente su humanidad. Detrás de su aparente dureza, de su supuesta rigidez, hay un corazón que late con excesiva celeridad, hasta el punto de ocasionarle algún susto; muy lejos de la frialdad, incluso crueldad, que por norma debe caracterizar en nuestro sistema al político de éxito. La segunda es la firmeza en sus convicciones y principios, que le ha hecho aparecer como un bicho raro en el mundo de la política. Si algo distingue hoy el lenguaje público es el cinismo. Nadie cree en lo que está proclamando. Se defiende únicamente aquello que interesa desde la óptica electoral, lo que puede proporcionar más votos y mayor rentabilidad política. Anguita, no. Se ha negado a que la ideología tuviera que acomodarse a las encuestas y a los éxitos o fracasos electorales. Se le podrá acusar de muchas cosas, pero jamás de oportunismo. Sus palabras han sido siempre fiel reflejo de sus convicciones, aun cuando no se adecuasen a lo políticamente correcto.

Anguita se ha ido. Tal y como había prometido. Siguiendo el calendario trazado con precisión desde hace tiempo. Una vez más ha cumplido su palabra. Su último grito: «La izquierda sin Izquierda Unida no existe». Reafirmación de la teoría de las dos orillas, teoría que ha sido rigurosamente cierta en el pasado, aunque a algunos no les guste, y me temo que por desgracia también vaya a serlo en el futuro. Ahora queda por saber únicamente si IU continuará, y si continuará siendo izquierda. Eso espero. Eso deseo. Pero en el ámbito social y político lo necesario no siempre se cumple.