La guerra de
las divisas
La guerra de las divisas permite
descubrir la causa última de la crisis actual. La desregulación financiera y la
libre circulación de capitales producen en los países enormes déficits y
superávits por cuenta corriente, generando cuantiosos desequilibrios entre
países deudores y acreedores. Estos desequilibrios precisan para su solución un
realineamiento de las divisas. Los países con superávit, como China o Alemania,
no pueden pretender seguir creciendo sólo a base de exportaciones y de
empobrecer al vecino, porque, una vez empobrecido éste, ellos tampoco podrán
seguir exportando y los resultados serán la deflación y la crisis
internacional.
La guerra de divisas es sin duda
peligrosa, pero más aún lo es el que algunos países se empeñen en tener un tipo
de cambio infravalorado artificialmente, entre otras razones porque conduce de
forma inevitable a políticas proteccionistas, entre las que se encontrarán las
propias devaluaciones competitivas. Alemania reprocha a EE UU que esté
depreciando el dólar mediante la expansión monetaria, cuando el país germánico
sería el menos autorizado para realizar esa crítica, ya que se aprovecha de su
pertenencia a
EE UU pretende que el G-20 acuerde que
los Estados no puedan contraer superávits y déficits exteriores por encima del
cuatro por ciento. Curiosamente, es la misma propuesta que Keynes,
representando a Inglaterra, formuló en las reuniones previas a Bretton Woods y que EE UU –entonces país acreedor -- no
aceptó. Ahora, parece que China, Alemania y demás países acreedores también