Contradicciones
en el estatuto
Para Sócrates, el
vicio se reduce al error. Quien delinque lo hace por ignorancia. Es el
desconocimiento el que conduce a las acciones desordenadas. La virtud es
susceptible de enseñarse al igual que cualquier otra disciplina. Tras
veinticinco siglos de Historia, es difícil mantener una visión tan optimista de
la naturaleza humana. Lo que, sin embargo, sí se puede afirmar es que en
determinados casos es menos relevante la calificación de bueno o malo, de justo
o injusto, que la de falso o verdadero. En ocasiones, el mayor daño no surge de
la maldad, sino de la ignorancia o de la estulticia, y no hay mayor grado de
aniquilación que el de lo contradictorio. No se puede ser A y no A al mismo
tiempo.
El proyecto de Estatuto de Cataluña ha
recibido muchas descalificaciones. Se ha cuestionado su constitucionalidad, es
decir, si contradecía la
Constitución o era una reforma encubierta de la
Carta Magna. Se ha afirmado que iba en contra
del interés general, y que rompía la solidaridad interterritorial, pero lo que
tal vez nadie se ha planteado es si es contradictorio en sí mismo. No se puede
estar y no estar, ser y no ser.
El Estatuto está redactado pretendiendo
casar dos visiones antitéticas. Por una parte, considerar a Cataluña como parte
del Estado español (nunca se nombra a España) y, por otra, soberana e
independiente. Para los nacionalistas –y ahora parece que lo son todas las
fuerzas políticas–, nadie debe interferir en los asuntos catalanes, ellos son
soberanos; pero, al mismo tiempo, no renuncian a intervenir, incluso a decidir,
decisivamente en los asuntos de España.
Quizás donde esta contradicción se hace más
patente es en el modelo de financiación que el proyecto de Estatuto propone. De
un lado, la Generalitat
asume todas las competencias en materia fiscal y financiera. Recauda
absolutamente todos los impuestos de Cataluña y tiene plena capacidad
normativa. Pero, de otro, asienta el principio de la bilateralidad, relación
directa de la Generalitat
con el Estado a través de una comisión mixta a la hora de discutir la
contribución de Cataluña a los gastos generales, o su aportación, positiva o
negativa, a la solidaridad interterritorial. Uno se pregunta qué va a discutir
la hacienda estatal si previamente, al generalizarse el modelo, ha quedado
vacía de todo contenido y competencias.
El modelo de integración fiscal que se
propone es más exiguo y reducido que el que existe entre los Estados en la
Unión Europea , que tanto hemos
criticado. Pero en lo que al menos ésta no cae es en la contradicción de
afirmar que los fondos de cohesión o estructurales hayan de negociarse por cada
país con una etérea hacienda comunitaria. Es el Consejo, es decir la reunión de
todos los jefes de Estado y de Gobierno, el que los decide.
El Estatuto plantea la coordinación entre la
Agencia Tributaria de la
Generalitat y la estatal, pero ¿qué agencia estatal? La
aplicación de las previsiones financieras del Estatuto de Cataluña a todas las
Comunidades Autónomas haría desaparecer inmediatamente la
Agencia Tributaria del Estado. Si se destruye la
Hacienda estatal, el único modelo posible es el entendimiento
multilateral, que los nacionalistas no quieren contemplar. Pero A no puede ser
al mismo tiempo no A. Si se derriba el Estado, no se puede después pretender
dialogar con el Estado.