Europa
y Escarlata O'hara
Seguro que todo el
mundo recuerda aquel pasaje de “Lo que el viento se llevó” en el que la
protagonista, Escarlata O’Hara, en plena cascada de
calamidades, se evade exclamando: “¡Mañana será otro día!”. Una postura
parecida, actitud del avestruz, suelen adoptar con respecto a Europa los
mandatarios internacionales. Practican la huida hacia adelante. Salvemos lo de
hoy como podamos y mañana será mañana. Han prescindido de las sociedades a las
que representan y han querido llevar adelante, contra viento y marea, su
programa, cerrando los ojos a las contradicciones y distorsionando
En los momentos actuales,
las señales de los muchos despropósitos que lastran el proyecto y del rechazo
que produce en los ciudadanos son cada vez más claras. Se afirma que
El fracaso de la
cumbre que acaba de celebrarse en Luxemburgo es síntoma, por una parte, de que
los líderes europeos no saben cómo continuar con el plan, dadas las muchas
contradicciones acumuladas; pero, por otra, no están dispuestos a
replanteárselo y corregir todo lo necesario. La discusión presupuestaria es un
buen ejemplo de la falta de consistencia en los planteamientos. Mientras que se
amplía el mercado de quince a veinticinco países, con pretensiones de llegar a
treinta, se reducen los recursos financieros de
Pero no sólo es un
tema de cantidad sino también de calidad. El presupuesto comunitario carece de
toda lógica y se asienta en cimientos muy endebles. Comienza por no ser un
verdadero presupuesto formado por impuestos propios pagados directamente por
los ciudadanos y gastos y prestaciones asignadas también a ellos, sean del país
que sean. Todo se hace y se discute en función de los saldos netos entre
países, en razón de lo que cada uno aporta y recibe. Ello nos conduce a
absurdos como los del cheque británico o que casi el 50% del presupuesto vaya a
subvencionar a la agricultura.
Creo que los
políticos han minusvalorado a las sociedades europeas. Resulta difícil creer
que los ciudadanos vayan a renunciar a los derechos laborales y sociales
conseguidos tras tantos años de lucha y sufrimiento. Si hasta ahora la protesta
no se ha hecho más amplia y profunda es porque aún no se ha tomado plena
conciencia de hacia dónde nos conduce el proyecto. Tengamos cuidado de que, al
haberse identificado con él la casi totalidad de las formaciones políticas, el
rechazo no se extienda al propio sistema democrático.