En pelotas

El Partido Popular, ante la proximidad de la campaña electoral, pretende que los españoles olviden la guerra de Irak. Difícil les va a resultar convencer al personal de que votar a los populares no significa hacerse de alguna manera cómplices de los crímenes cometidos durante la contienda.

Con ese propósito han sacado a la palestra una serie de medidas y, al anunciarlas, el presidente del Gobierno lanzó esa frase tan ingeniosa de “nosotros tenemos proyectos y no como otros que están en pelotas”. Y yo, qué quieren que les diga, será por la edad, pero casi agradezco que los políticos estén en pelotas. Cada vez que tienen algún proyecto es para empeorar las cosas.

Los proyectos de los últimos gobiernos se han dirigido siempre a bajar los impuestos a las clases acomodadas. Medida tras medida, por uno u otro motivo, con uno u otro pretexto, se reducen las cotizaciones sociales, se disminuye la carga fiscal de las empresas, se libera de gravamen a las rentas de capital y se aminoran los tributos para los contribuyentes de ingresos elevados.

La contrapartida es el deterioro de las prestaciones sociales y de los servicios públicos. Valga como ejemplo lo que está ocurriendo con la sanidad pública, en la que, a pesar de que las prestaciones estrictamente sanitarias sean de una calidad muy superior a las de las privadas, el hacinamiento, las demoras y las listas de espera, están forzando a todos aquellos que tienen recursos suficientes, a suscribir una póliza con compañías privadas, que son las que hacen el negocio. El resto de los enfermos han de conformarse con una medicina que se aproxima a pasos agigantados a la de la beneficencia.

El miércoles pasado, desde esta misma página virtual, señalaba yo cómo el gasto social de nuestro país es de los más bajos de la Unión Europea y cómo desde 1996 se ha reducido en dos puntos su participación en el PIB. La prestación por desempleo casi ha desaparecido y el despido, amén de ser libre, se ha abaratado sustancialmente. Los proyectos de este Gobierno y de los anteriores se han dirigido a desvertebrar el mercado laboral eliminando poco a poco los mecanismos de protección de los trabajadores. Se ha creado una subocupación, un pseudoempleo, un paro encubierto que condena a un número importante de trabajadores a la marginalidad; pero eso sí, se reducen las estadísticas de desempleo que es lo que interesa al Ejecutivo.

Casi todos los nuevos proyectos que ahora, ante la inminencia de las elecciones, presenta el PP, quedan reducidos a disminuir las cotizaciones sociales. Es encomiable la preocupación de este Gobierno por hacer compatible la maternidad con la actividad laboral de las mujeres, pero me parece que una forma bastante mejor que la de primar a los empresarios sería la de crear guarderías y servicios sociales.

En el paquete de medidas hay una que merece la pena resaltar: la de las hipotecas. Se introducen algunas pequeñas rebajas en las comisiones bancarias. Bienvenidas sean. Pero el problema es bastante más radical. Las comisiones de cancelación y de subrogación no deberían haber existido nunca porque se han convertido en el mecanismo para evitar la competencia bancaria e impedir que la bajada de los tipos de interés se transmitiera a los clientes titulares de los antiguos préstamos. El discurso liberal se quiebra siempre por el mismo sitio: cuando se trata de generar verdadera concurrencia, los empresarios crean los mecanismos para imposibilitarla. Escasa razón tienen los que alardean de que disfrutamos tipos negativos de interés real. Será negativo el anunciado por el BCE, pero en ningún caso el de la mayoría de las hipotecas vivas.

Ahora, el Gobierno está asustado por el fuerte endeudamiento de las familias. Hace ya tiempo que las entidades financieras decidieron trasladar el riesgo a los clientes, eliminando o encareciendo fuertemente los préstamos a interés fijo y ofreciendo exclusivamente créditos a tipo variable. En los últimos años el bajo precio del dinero ha podido conducir a muchas familias a endeudarse más de lo que podrán soportar si en el futuro se elevan los tipos de interés. La falta de previsión del Ejecutivo y la codicia de los bancos ha generado el riesgo de una burbuja inmobiliaria que puede desinflarse en cualquier momento.

Entre los proyectos del Gobierno se encuentra mandar a Irak funcionarios públicos españoles. Pasarán a incorporarse a una administración colonial mantenida por una fuerza militar de ocupación. Como en toda empresa colonial, a los funcionarios desplazados les pagaremos entre todos, compensación por los pingües beneficios que obtendrán las empresas españolas que acudirán a Irak a hacer el agosto.

Lo que digo, prefiero que estén en pelotas y sin proyectos.