Este
gobierno es marxista
¿Recuerdan ese diálogo entre Chico y Groucho en “Sopa de ganso”?:
• "Chico: Un coche y un chófer cuestan
demasiado. He vendido mi coche.
• Groucho: ¡Qué
tontería! En su lugar, yo hubiera vendido el chófer y me hubiera quedado con el
coche.
• Chico: No puede ser. Necesito el chófer
para que me lleve al trabajo por la mañana.
• Groucho: Pero,
¿cómo va a llevarle si no tiene coche?
• Chico: No necesita llevarme. No tengo
trabajo."
Podría ser un buen
exponente del discurso que viene manteniendo el Gobierno a propósito de los
impuestos y el presupuesto. En realidad, se le podría atribuir, sin que
desentonase, la mayoría de los disparates con que los hermanos Marx nos
sorprenden. Como en sus películas, todo es posible. Esto, aquello y lo
contrario. No es de extrañar que si uno pretende encontrar algo de lógica en su
discurso termine mareado.
Sin solución de
continuidad, se pasa de defender en Pittsburgh la necesidad de mantener los
estímulos fiscales a presentar en España unos presupuestos restrictivos y, para
que la confusión sea aún mayor, en las mismas cuentas públicas, al tiempo que
se realizan múltiples recortes en las partidas de gasto -incluso en las de
inversión pública-, se recoge la transferencia de 5.000 millones de euros a los
ayuntamientos para que inviertan y reactiven la economía. En fin, que no se
sabe si se quiere hacer una política restrictiva o expansiva. Y como la máxima
prioridad es la de combatir el paro, se recorta la oferta pública de empleo.
Tan pronto se dice
que bajar los impuestos es de izquierdas como que subirlos también lo es. Y ya
en el colmo de la confusión se afirma que un gobierno responsable debe bajar
los tributos en tiempos de auge y subirlos en la época de crisis, cuando el abecé
de la política anticíclica, la misma que el
presidente del Gobierno ha ratificado en Pittsburgh, proclama todo lo
contrario.
Se comienza
afirmando que se van a subir los impuestos a los ricos y se termina realizando
una de las reformas fiscales más regresivas. En unos momentos en los que lo que
hay que hacer es incentivar el consumo se aumenta dos puntos el tipo del IVA,
que es un impuesto indirecto y como tal, amén de carecer de progresividad,
grava el consumo. Afirmar que tenemos una recaudación por IVA de las más bajas
de la Unión Europea no constituye ninguna justificación, porque lo mismo cabría
afirmar de la tributación directa, especialmente de la del impuesto de
sociedades y del gravamen sobre el capital.
Como se desea
cuadrar el círculo, se pretende incrementar el IVA, pero sin dañar el consumo.
Se anuncia por ello que la subida sólo será efectiva en la segunda mitad del
año, pues para entonces, según la bola de cristal del Gobierno, la economía se
habrá recuperado ya. Y ¿qué ocurre si se confunden, que se confunden siempre, y
seguimos en plena recesión o al menos con la economía muy debilitada, que es lo
más probable? ¿Aprobamos un decreto-ley para dejar sin efecto la medida?
El Gobierno también
parece haberse liado en la cuantificación de la subida de la presión fiscal. El
presidente anunció que era de un punto y medio, ahora se dice que es tan sólo
de un punto; en todo caso, parece que no se percatan de que la recaudación
puede incrementarse, aparte de por subir los impuestos, por un mayor control
del fraude, del que nadie parece acordarse y, sobre todo, por la recuperación
de la economía.
Groucho Marx definía así la
política: "Es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un
diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados." Parece ser que este Gobierno está empeñado en
darle la razón.