Los
despidos de Martorell
La dirección de SEAT, en definitiva Volkswagen, ha
decidido, como represalia a los trabajadores de Martorell,
trasladar de esta localidad a Bratislava, la producción de 20.000 unidades del
modelo Ibiza. Con tal motivo, como si se hubiese pisado un enjambre de abejas,
se han encrespado las voces de siempre, tildando a los sindicatos de cerriles y
anticuados. Poco flexibles por no plegarse a las pretensiones de la empresa y
permitir que los trabajadores tuviesen que trabajar cinco fiestas en los
próximos meses.
La
argumentación es de sobra conocida: la globalización. Si no se es dúctil con
las exigencias de las empresas éstas pueden emigrar a latitudes más cálidas.
Hoy puede ser trabajar cinco fiestas, mañana aumentar la jornada, pasado
reducir los salarios. Los salarios en España son la mitad que en Alemania, y en
Bratislava la mitad que en España, y seguramente en Brasil la mitad que en
Eslovaquia. Con lo que según esta argumentación, el objetivo final de la
globalización es que todos terminemos teniendo los salarios de Brasil y jornada
de catorce horas. Y a esto lo llaman tiempos nuevos, desarrollo y progreso.
Bien es
verdad que si todos acabamos teniendo los salarios de Brasil no se ve quien va
a poder comprar los automóviles. Porque aquí es donde fallan los planteamientos
neoliberales. Se olvidan que para una empresa tanto más importante que los
costes es poder vender su producción. Ellos quieren fabricar en Brasil o en
Bratislava, pero siempre que puedan vender los automóviles en Alemania o en
España, lo cual no parece muy factible si los salarios en Alemania o en España
son como los de Bratislava.
Lo que ha
ocurrido hasta ahora va en esa dirección. En lugar de que las condiciones
laborales de los países pobres se vayan acercando hacia las de los ricos, son
por el contrario las de los países desarrollados las que, paso a paso, van
deteriorándose y se encaminan hacia las que rigen en el tercer mundo. La
distancia, desde luego, es aun muy grande, pero la tendencia es nítida. Si el
cambio no está siendo más expeditivo se debe a que en ciertas actividades se
precisa de una mano de obra cualificada que, hoy por hoy, sólo se da en los
países desarrollados; pero por lo mismo en estos países se está generando la
fragmentación de la mano de obra en dos clases con muy distinta capacidad
adquisitiva.
Existe
además otra variable que está facilitando este proceso: el desmantelamiento de
la legislación laboral, permitiendo a las empresas actuar a su absoluta
conveniencia. Se afirma que la cerrazón de las organizaciones sindicales va a
ocasionar en Martorell el despido de quinientos
trabajadores. El origen se debe buscar más bien en una normativa que permite,
con toda facilidad y apenas sin coste, el despido de la mano de obra.
Temporalidad de los contratos cuya resolución es automática y gratuita para el
empresario. A los holding no se les hace responsable de las obligaciones
laborales de las filiales, y se mantiene una definición de los expedientes de
regulación de empleo tan amplia que siempre hay alguna causa para poner a
quinientos trabajadores en la calle.
Antes, los
expedientes de crisis, eran eso, de crisis, cuando la viabilidad de la empresa
peligraba y la opción era entre la quiebra o soltar lastre, despidiendo a un
buen número de trabajadores. Ahora los presentan las empresas más boyantes y
con los mejores resultados. Por lo visto basta con demostrar que los beneficios
van a ser un poco más reducidos de lo que habían previsto o de los que pueden
obtener si prescinden de ciertos trabajadores. Hasta el Banco de España amenaza
con un expediente de regulación de empleo. ¿El Banco de España en crisis? Y
después afirman algunos que hay que plantearse el despido libre, pero ¿lo
quieren más libre todavía?