Cañones
o mantequilla
El presidente de la Reserva Federal, con la
finalidad de reducir el déficit público, recomienda disminuir las ayudas
médicas y las pensiones antes que elevar los impuestos. Greenspan es de
derechas, como casi todos los gobernadores de los bancos centrales. Se puede
estar o no de acuerdo con su propuesta, pero al menos se agradece su claridad.
Pensiones o impuestos. Cañones o mantequilla, que aprendíamos en primero de
facultad.
Lo malo es que quienes nos predican por estos lares
quieren hacernos creer que se puede lograr todo al mismo tiempo: poseer
pensiones y sanidad europeas, manteniendo impuestos tercermundistas. Bush es de
derechas y alardea de serlo. Por eso baja los impuestos a los ricos y derrocha
el superávit presupuestario que heredó de Clinton en gastos militares para
favorecer a sus amigos. Y cuando el déficit resulta insoportable, Greenspan,
que está en la misma onda, propone bajar las pensiones y los gastos médicos.
Nuestra derecha, en cambio, es vergonzante, adopta medidas parecidas a las de
Bush aunque nos las quiere vender como medidas sociales. Nuestra izquierda
también es vergonzante y renuncia a mantener unos planteamientos mínimos de
izquierda, por lo que termina defendiendo el mismo programa que la derecha.
España se
encuentra a la cola de Europa en gastos sociales. Siete puntos del PIB separan
a nuestro país de la media europea. Los mismos siete puntos que lo diferencian
en presión fiscal. Y pretenden convencernos de que rebajar el IRPF es
progresista y social. Todos prometen reducir el tipo marginal máximo del
impuesto, el de aquellos que cobran más de 16 millones de pesetas. Alegan que
debe igualarse al del impuesto sobre sociedades, pero, a continuación, proponen
también reducir éste. Proceso al infinito.
Argumentan
que el IRPF únicamente lo pagan los trabajadores. Lo cual va siendo verdad
gracias a que las respectivas reformas han discriminado positivamente a las
rentas de capital y han eliminado el régimen de transparencia fiscal, con lo
que se permite que los profesionales y los grandes patrimonios se transformen
impunemente en sociedades y tributen como tales. “Todos mis amigos son
sociedades”, afirmaba un antiguo ministro de Hacienda, con la diferencia de que
entonces la administración tributaria podía perseguirlos y obligarles a
tributar como personas físicas. Hoy, tributan como sociedades legalmente.
La sociedad americana se
caracteriza por poseer un enorme grado de desigualdad. Algunos gobiernos lo
incrementan sustancialmente con reformas fiscales, pero no quieren o no pueden
engañar a nadie. Fue el caso de Reagan. La oficina presupuestaria del Congreso
puso de manifiesto los efectos negativos que produjo en la redistribución de la renta. Igual ha
ocurrido con Bush. En nuestro país nunca se publican los resultados y por eso,
con absoluto descaro, se puede afirmar que la reducción del IRPF beneficia a
los pobres.