2007:
final del ensueño económico
Los tiempos económicos no suelen coincidir
con los tiempos políticos. Este 2007 constituye, sin embargo, una excepción. Es
el fin de una legislatura, pero todo apunta a que es también el final de una
etapa económica que, iniciada hace más de una década se ha prolongado de manera
taumatúrgica más tiempo del que cabría esperar.
Aparentemente y con una primera mirada
superficial, podría caracterizarse por ser una época de enorme bonanza y
bienestar económico. Ello ha servido para que tanto Aznar como Zapatero en sus
años de gobierno hayan arrimado el ascua a su sardina y se hayan esforzado por
colocarse medallas, haciendo un discurso triunfalista en extremo. Sin ir más
lejos, hace unos días, el actual presidente del Gobierno, al realizar su
balance del último año –más bien balance de toda la legislatura—, se mostró
extraordinariamente satisfecho de los logros económicos alcanzados. Pero no
parece que ni él ni demasiadas personas se hayan preguntado a qué precio y, sin
embargo, el precio en economía tiene una enorme importancia.
Nadie niega que el PIB, tal como afirmó el
presidente, haya crecido durante estos cuatro últimos años a una tasa media
anual del 3,7%, porcentaje superior al que lo ha hecho en la mayoría de los
países europeos; pero resulta parcial y un poco sectario olvidarse de las
contrapartidas, es decir, del coste pagado por alcanzar esas tasas de las que
nos sentimos tan orgullosos.
En primer lugar, conviene recordar que este
crecimiento en gran medida se ha basado en el enorme boom de la construcción,
unido al desmedido incremento del precio de la vivienda, y al consumo privado.
Detrás de estas magnitudes se encuentra el brutal endeudamiento de las familias,
la deuda del sector privado que, como es lógico, se ha traducido en el mayor
déficit exterior conocido por nuestra economía, y en la consiguiente hipoteca
frente al resto del mundo. De algún modo, podemos afirmar que hemos estado
creciendo a crédito y que como todo crédito tendremos finalmente que pagarlo.
En este caso, con toda probabilidad, lo haremos con un menor crecimiento en el
futuro.
En segundo lugar, porque esos notables
incrementos del PIB de los que nos vanagloriamos se han conseguido también en
buena parte con muchas más horas de trabajo. De un lado, por el aumento
sustancial de la población (cinco millones) debido al fenómeno de la
inmigración, con lo que los incrementos de la renta per cápita son mucho más
moderados que los de la renta nacional. Somos más a repartir. Por otro lado,
porque se ha aumentado sustancialmente el porcentaje de ocupación. Nuestro
país, que se encontraba a la cola de Europa en población activa debido a la
escasa incorporación de la mujer al mercado laboral, hoy se sitúa alrededor de
la media de los países de la zona euro. La mitad de los nuevos puestos de
trabajo creados en estos años han sido ocupados por mujeres y la cuarta parte,
por inmigrantes.
El crecimiento económico ha venido
acompañado por una importante generación de empleo, pero este dato tiene su
anverso en la escasa productividad de los puestos de trabajo creados, variable
en la que claramente nos situamos a la cola de Europa. Nuestra tasa asciende al
0,7%, frente al 1,4% de la zona euro.
Para la mayoría de los ciudadanos, que son
asalariados, existe otro motivo para relativizar la bonanza de los datos
macroeconómicos y es que se ha incrementado el grado de desigualdad en la
distribución de
La crisis de las hipotecas en EEUU con su
contagio a Europa, la subida del precio del petróleo y de los productos
alimenticios o cualquier otro factor pueden ser los detonantes y catalizadores
de una reacción que, antes o después, tenía que originarse. Todo apunta a que
en el 2008 se producirá una involución en el ciclo económico que, de hecho,
parece haberse iniciado ya al final de este año. Si bien es previsible que la
desaceleración afecte a toda Europa, también lo es que afecte en mucho mayor
grado a nuestro país, y concretamente, dentro de él, a los asalariados y a las
clases más bajas que son precisamente los que no se han beneficiado de la
bonanza.