Presupuestos
2005
En la presentación de los presupuestos, todos los
gobiernos, sean del signo que sean, emplean las mismas palabras. Siempre son
sociales, propician la estabilidad y el empleo, incrementan la productividad,
ayudan al crecimiento y dedican importantes recursos a la inversión pública.
Bien es verdad que lo mismo ocurre con
Por lo que
a mí respecta, cada vez relativizó más la importancia de los presupuestos. En
primer lugar, porque de un año para otro presentan una fuerte inercia, y los
parámetros que se pueden cambiar son muy relativos, e incluso en éstos poco
tiene que ver lo que se aprueba a principio del ejercicio con lo que después se
realiza. Para emitir un juicio sobre ellos, más que las cifras -que siempre se
pueden presentar al gusto del consumidor- importan la Ley y sus medidas
concretas. En ellas sí que afloran compromisos ciertos, difíciles de modificar.
En segundo
lugar, porque después de las múltiples transferencias, las Autonomías tienen
cada vez más competencias y menos el Estado y, por lo tanto, el presupuesto
estatal deviene mucho menos significativo, en especial en aquellas áreas que
están casi totalmente transferidas. Hablar de los incrementos en educación,
sanidad o vivienda dicen muy poco puesto que lo que corresponde a
En Sanidad,
que presiento que este año va a ser, y ciertamente no para bien, el
tema estrella, más que a lo que figure en los presupuestos habrá que
estar a lo que se discuta y se acuerde en el Consejo de Política Fiscal. Casi
todas las Comunidades vienen quejándose de que se infravaloró el coste de los
servicios transferidos. Es posible que tengan razón, pero la pregunta es obvia:
por qué aceptaron entonces
El
deterioro de la sanidad pública es una constante en casi todo el territorio
nacional. Es el precio, entre otros, que hemos pagado por las sucesivas
reformas del IRPF. Si los recursos se destinan a rebajar los impuestos a las
clases acomodadas, lógicamente no están disponibles luego para invertirlos en
la asistencia sanitaria. Por eso resulta muy ilustrativo que la presidenta de
la Comunidad de Madrid se queje de que le faltan recursos para la sanidad y a
continuación se comprometa a rebajar el Impuesto de Sucesiones. Es ilustrativo
pero no extraño, doña Esperanza Aguirre pertenece a un partido de derechas y
como tal va de suyo, aunque no lo diga porque no resulta electoralmente
rentable, que esté en contra de la sanidad pública y a favor de que las
herencias no tributen.
Más extraño
es lo del PSOE y especialmente lo de IU. Resulta que esta coalición ha
presentado como principal reivindicación en la negociación presupuestaria
frente al Gobierno la deflactación de la tarifa del
IRPF. Sólo la ignorancia puede justificar tales planteamientos. IU, como es
lógico, ha criticado duramente en el pasado las rebajas del IRPF propiciadas
por los gobiernos del PP; pues bien, el no deflactar la tarifa habría
significado paliar aunque fuese levemente los efectos regresivos de aquellas
reformas.
Se me
ocurre que para un partido de izquierdas existen otros objetivos bastante más
importantes a los que destinar 175 millones de euros. Porque no es cierto que
el ahorro para cada contribuyente vaya a ser de 11,5 euros. Eso es