Con las cosas
de comer no se juega
Todo
el mundo sabe que ni la contabilidad privada ni la pública constituyen
una ciencia exacta y que la periodificación tiene
mucho de convencional. Existe siempre un cierto margen para trasladar
determinadas partidas de un ejercicio a otro. Es por ello por lo que todo nuevo
gobierno ha procurado imputar a la etapa anterior el mayor número de gastos
posibles, de manera que su mandato se inicie con el grado menor de compromisos.
En condiciones normales, este comportamiento es lógico. El problema radica en
que no estamos en condiciones normales, que la economía pende de un hilo y que
cualquier manifestación imprudente puede tener graves consecuencias
desestabilizadoras. Qué duda cabe de que detrás de la calificación de “bono
basura” que se ha otorgado a los títulos de Castilla-La Mancha se encuentra la
algarada levantada por los nuevos responsables autonómicos.
Es
de esperar que el Ejecutivo que salga de las urnas el 20-N no cometa el mismo
error. La elaboración de la contabilidad pública y de la contabilidad nacional
–al menos en el Estado– se llevan
a cabo en España con toda seriedad. El PP, puesto que ya ha gobernado, lo sabe
perfectamente. Resultaría imperdonable que para desacreditar al actual Gobierno
o para realizar recortes injustificados, se pusiese en duda la veracidad de las
cifras con graves consecuencias en Europa y en los mercados. Con las cosas de
comer no se juega.