Reforma
benefactora
Que vivimos en un mundo de apariencias...
Evidente. A los medios de comunicación se les debería denominar más bien medios
de ocultación o quizás de manipulación.
Los políticos poseen fama de decir diego
donde antes dijeron digo, de prometer en la oposición lo que no piensan cumplir
en el poder. Pero, ¿qué podemos afirmar de la prensa? Si consultásemos la
hemeroteca comprobaríamos, por ejemplo, que en el transcurso de diez años el
mismo medio puede defender, sin el menor rubor, las tesis más opuestas y
contradictorias. Todo depende del color del Gobierno.
Los periódicos que hace años eran
comprensivos con la huelga general –a más no puede llegar nunca un medio de
comunicación, dependiente del capital y de la publicidad de las empresas–, hoy
aparecen como furibundos detractores; y los que ayer anatematizaban a las
organizaciones sindicales, hoy responsabilizan al Gobierno del PP del
desencuentro. Y, curiosamente, a nadie se le cae la cara de vergüenza. Ayer
gobernaba González, hoy lo hace Aznar.
En política, y los medios de comunicación
están metidos hasta el corvejón en política, todo es posible, y las palabras
lejos de ser un instrumento para dar a conocer la realidad se convierten en un
artilugio para ocultarla. A juzgar por su discurso, el Gobierno, en esto de la
reforma laboral, actúa como el gran benefactor de los trabajadores, y la CEOE
deja de ser la patronal, abjura de la defensa de los empresarios para
convertirse en el paladín de los obreros.
Discurso tan burdo precisa de corrección y
para endulzarlo y adornarlo se trae a colación la idea de España y de nación.
Ya no existen empresarios ni trabajadores, ni ricos ni pobres. Capitalismo
popular. Y hay quien se lo termina creyendo y aceptando que no se dan intereses
contrapuestos y que lo que beneficia a Botín y a las Koplovich
se identifica con lo que beneficia a los asalariados.
Aznar tiene poco de original. Al igual que
Bush y otros muchos, se arropa con la bandera nacional. Con la huelga –dice– lo
único que se va a conseguir es perjudicar a España. Y ¿no sería preferible que
España, la España de Aznar, vaya un poco peor y los españoles un poco mejor? La
celebración de la huelga el día antes de la cumbre de Barcelona –se afirma– va
a dañar seriamente la imagen de España. Depende frente a quién. Es posible que
para muchos la imagen de España mejore, del mismo modo que Italia, Francia o
Alemania han subido bastantes puntos en la opinión de un gran número de
españoles al conocer que los trabajadores de esos países defienden sus derechos
sociales y laborales.
Y para discurso ambiguo y falaz el que se
utiliza en la referencia de los Consejos de Ministros. Entre las muchas perlas
con las que se ha pretendido explicar el "decretazo" aprobado por el
Gobierno el pasado viernes, aparece el siguiente párrafo: "La nueva
normativa garantiza el acceso inmediato a la protección por desempleo, desde el
primer día de cese en el trabajo, a quienes pierdan su empleo en los casos de
despido disciplinario, sin necesidad de plantear la impugnación ni esperar la
resolución judicial"
Cualquiera que lo lea no puede por menos que
asombrarse de la buena disposición del Gobierno preocupado siempre del
bienestar de los trabajadores aunque sean parados, y ya se sabe, un poco vagos.
Pero por desgracia el parrafito en cuestión pretende afirmar todo lo contrario
de lo que una lectura primera e inmediata da a entender. Lo que de verdad
significa es que desaparecen los salarios de tramitación. Es decir, que el
despido improcedente, el que se realiza sin causa justificada, les va a salir a
los empresarios bastante más barato y que los despedidos cobrarán bastante
menos.
Cuando un juez decreta despido improcedente,
o lo que es lo mismo que se ha realizado sin ningún motivo, por propio capricho
y deseo del empresario, éste en la gran mayoría de los casos no está obligado a
readmitir al trabajador, simplemente a indemnizarle. Curiosamente, en Italia se
ha hecho una huelga general porque Berlusconi pretendía implantar un sistema
similar; eliminar la obligatoriedad de que el patrono readmitiese al
asalariado. Hace ya muchos años que a los trabajadores españoles se les privó
de tal derecho, la readmisión. Pero es que, además, reforma tras reforma, se
les va reduciendo incluso la indemnización. Eso es lo que se pretende de nuevo
al eliminar los salarios de tramitación.
Hasta ahora el empresario estaba obligado a
pagar al trabajador despedido improcedentemente según sentencia judicial, los
salarios del tiempo transcurrido entre el despido y la sentencia, siendo estas retribuciones
independientes de lo que le corresponda al trabajador por el seguro de
desempleo. Cuando el Gobierno afirma que éste comenzará a cobrarse
inmediatamente, lo que está afirmando es que no se cobrarán los salarios de
tramitación. Como se ve, el mundo al revés. El lenguaje puede servir no para
comunicar sino para confundir, y el poder siempre ha sido un maestro en
utilizar el lenguaje.