Culpabilidad
ante la crisis
Se
tiende a correlacionar el bien y el mal con el premio y el castigo.
Precisamente porque en la mayoría de las ocasiones los hechos no confirman esta
suposición, casi todas las religiones se han visto obligadas a elaborar una explicación
acerca del sufrimiento de los inocentes. Aquellas que carecen de una creencia
firme en la inmortalidad recurren a las más extrañas teorías como la de hacer
responsables a los hijos de los pecados de los padres. Por el contrario,
aquellas que defienden la existencia de otra vida más allá de la muerte, sitúan
en ella la recompensa de los méritos o los castigos por las malas obras o
errores cometidos.
El
capitalismo pretende hacernos creer que constituye un orden justo, por la
supuesta razón de que cada cual obtiene aquello que merece. La buena o la mala
gestión generan los beneficios o las pérdidas. Por los errores o los aciertos
pagan aquellos que los cometen, y el éxito o el fracaso son fruto del trabajo o
de
En
los actuales momentos el coste de la crisis no está recayendo precisamente
sobre los que la han originado -los sacrificios se centran en los que no han
tenido nada que ver en el asunto-; todo indica, por el contrario, que los
responsables pueden estar incluso obteniendo importantes ventajas.
Los
administradores de las entidades financieras, salvo raras excepciones, tanto en
el ámbito internacional como en España, mantienen sus puestos y sus cargos, y
continúan percibiendo retribuciones exorbitantes con la excusa de que hay fuga
de cerebros. La pena es que no se fugasen antes de originar
Culpables
por acción u omisión son, sin duda, los políticos que han permitido este orden
de cosas y que durante años se apuntaron medallas, e incluso se jactan ahora de
su buen hacer en épocas pasadas. Consideran la crisis como un cataclismo
natural y ajeno a la acción del gobierno o como responsabilidad del partido
opuesto. Culpables son en España aquellos que han aprobado, propiciado o
aconsejado la entrada en
Culpables
son los ejecutivos de las grandes empresas de servicios que han elevado los
precios abusivamente con la finalidad de incrementar sus beneficios. Han
originado diferencias permanentes con los demás países europeos en las tasas de
inflación, diferencias que, ante la imposibilidad de devaluar, han ocasionado
un proceso acumulativo de pérdida de competitividad de
La
crisis no existe para los que