Simplezas
presupuestarias
Como todos los años,
el Ministerio de Hacienda presenta los presupuestos del Estado y, como todos
los años, se escuchan los mismos tópicos. Uno no sabe que admirar más, si las
simplezas que el Gobierno suele emplear para defenderlos o las de la oposición
para criticarlos. Para el gobierno, sea el que sea, los presupuestos siempre
son sociales, dan prioridad a la inversión pública y favorecen el crecimiento y
el empleo. En esta ocasión, se afirma que los gastos sociales representan más
de la mitad del gasto total, lo cual no tiene nada de extraño si tenemos en
cuenta que, en nuestro Estado de las Autonomías,
Desde el Partido Popular se afirma, como es
lógico, que son los típicos presupuestos socialistas con más impuestos y más
despilfarro. La verdad es que ya me gustaría a mí que fuesen unos presupuestos
socialistas, pero de eso ya no queda. Estos presupuestos no son muy distintos
de los que hubiese elaborado el Partido Popular. Quizás se dan, sí, algunos
guiños progresistas como el de incrementar las pensiones mínimas por encima de
la inflación, pero desde luego estos no constituyen motivo suficiente para
afirmar que la orientación es básicamente diferente de la de los presupuestos
elaborados años atrás por los gobiernos del PP, y mucho menos para calificarlos
de socialistas.
De subida de impuestos poco. Ni siquiera se
han propuesto corregir las contrarreformas fiscales realizadas en la época
anterior, y más bien las consolidan año a año deflactando
Arias Cañete por el PP y Rodríguez-Piñero
por el PSOE cometen el mismo error. El primero afirma que estos presupuestos
son dañinos para el crecimiento y el empleo. Para la segunda, por el contrario,
estimulan el crecimiento económico. Ni lo primero ni lo segundo. Ambas cosas
son exageraciones y dan una importancia al presupuesto que no tiene. Hace
tiempo que la perdió y mucho más si consideramos que la mayoría del gasto
público se encuentra en manos de las Comunidades Autónomas y de los
Ayuntamientos. Cañete considera el gasto público desmesurado y que va a
incrementar la inflación y el déficit exterior. Para la derecha todo gasto
público es desmesurado; en cambio, consideran siempre adecuado reducir los
impuestos, por lo visto eso no genera déficit público. Arias Cañete nos tendría
que explicar por qué alambicado argumento se llega a la conclusión de que estos
presupuestos empeoran la inflación y el déficit exterior. El origen de este
último no está en el déficit público -que
no existe-, sino en el endeudamiento de las familias y
el progresivo diferencial de inflación que mantenemos con Europa. Y en cuanto a
la inflación, habría que preguntar a los empresarios, que son quienes ponen los
precios.
Pero lo más chistoso
de las afirmaciones de Arias Cañete es eso de que el Gobierno está en manos de
la izquierda radical. Que me la presenten, oiga, ¿Acaso existe? Como mucho,
socialdemocracia descafeinada. En cuanto a los nacionalismos, es posible que el
Gobierno tenga que pagar peaje, pero quizás no muy distinto al que tuvo que
pagar el primer gobierno del PP o, en definitiva, cualquier gobierno que no
tenga mayoría absoluta. Problemas de nuestra ley electoral mientras que los dos
partidos mayoritarios no estén dispuestos a corregirla.