El modelo fiscal de la democracia

 No me lo podía creer. Y eso que el felipismo nos ha curado de espanto. Es el Partido Socialista Obrero Español el que propone un impuesto proporcional sobre la renta. Estos alevines ya nos habían dejado fuera de juego a todos con esa estupidez de que bajar los impuestos es de izquierdas, pero lo de ahora es demasiado. ¿Por qué se llaman socialistas?

No es un salto arriesgado, querido Cándido, es un triple salto mortal. Y la UGT no necesita conocer cuál va a ser el tipo único, ni cómo queda el mínimo exento para criticar con todas sus fuerzas la propuesta. No valen cataplasmas, por muy partido fraternal que sea.

El impuesto progresivo sobre la renta se encuentra entre las primeras reivindicaciones del movimiento obrero y de los partidos de izquierdas. Aparece ya en el Manifiesto Comunista. Elemento sustancial del estado social, su implantación ha sido una de las mayores conquistas de la clase trabajadora. Nada de extraño tiene que el neoliberalismo económico, en su pretensión de retornar a las condiciones sociales y económicas del siglo pasado, haya situado este impuesto desde Reagan como una de las principales piezas a abatir. Lo único insólito es que sea precisamente un partido que se llama socialista el que quiera convertirlo en proporcional como en el franquismo. Sólo desde el esnobismo o el desconocimiento más absoluto del sistema fiscal se puede hacer una propuesta tan retrógrada. Una cosa es adaptarse a los tiempos y otra muy distinta pasar al neoliberalismo económico por la derecha.

El asunto es tan descabellado que han permitido que Rato aparezca como progresista. «Sería romper el modelo fiscal de la democracia». La afirmación no está exenta de cinismo porque el PP ha hecho todo lo posible para debilitarlo; pero también tiene mucho de verdad, porque una cosa es debilitarlo y otra dinamitarlo. Sólo la CEOE y los ultraliberales recalcitrantes han aplaudido la propuesta. Algunos de estos han llegado a criticar a Rato. La democracia, afirman, es un pacto de convivencia y de libertades... y asunto menor es el cómo financiar los gastos. De menor nada. Ese pacto de convivencia y de libertades ha de fundamentarse en un mínimo de igualdad, el que proporciona la política redistributiva del Estado; de lo contrario retornará aquello del «consejo de administración de la clase dominante». Es lo malo del neoliberalismo, que cuanto más fanático se hace, más resucita a Marx.