Kosovo
y la legalidad internacional
Por si quedaba
alguna duda, Kosovo y su reciente proclamada independencia nos han confirmado
que la legalidad internacional es pura entelequia o, más bien, un instrumento
de las grandes potencias para imponer su voluntad. Cuando les conviene,
recurren a ella para justificar sus actuaciones; cuando no, se saltan las
reglas que ellas mismas, mediante un teatro hábilmente montado, se han dado.
Durante muchos años, la legalidad internacional no era más que el inestable
equilibrio entre dos bloques antagónicos. Hoy, que uno de ellos se ha
derrumbado, lo único que permanece es la voluntad del otro; en definitiva, la
ley del más fuerte que si es posible se escuda en instituciones internacionales
convenientemente manejadas, y si
no, se impone con descaro y sin
subterfugios.
La declaración
unilateral de la independencia de Kosovo viola una vez más las reglas que las
propias potencias habían establecido. Pero eso apenas importa. En realidad, es
que EEUU y sus satélites no saben cómo salir del embrollo que han organizado en
la antigua Yugoslavia, al igual que no saben cómo van
a solucionar lo de Afganistán o lo de Irak. Allí donde ha intervenido la autodenominada Comunidad Internacional
(y lo ha hecho siempre selectivamente según sus conveniencias) el desaguisado
ha sido imponente, y la salida, imposible. Nadie niega que la injusticia, la
crueldad y la violencia reinen en muchas partes del mundo, pero no es menos
cierto que cuando las grandes potencias han terciado, teóricamente para
solucionarlo, el remedio ha sido peor que la enfermedad.
Afganistán bajo el
imperio de los talibanes y de los señores de la guerra vivía en una pesadilla, pero quizás no muy diferente de la
actual y eso después de una ofensiva que dejó no se sabe cuántos muertos y el
país más destruido de lo que estaba. Lo que aún es peor es que nadie sea capaz
de asegurar que el futuro vaya a ser mejor. Sadam
Hussein ha podido ser un execrable tirano y su gobierno cometer un sinfín de
actos despóticos y crueles, pero nada comparado con el dolor, la destrucción y
la miseria originados por las dos invasiones de EEUU, por el embargo que siguió
a la primera y la ocupación que se ha
producido tras la segunda.
La situación de
Yugoslavia ha podido ser calamitosa, terribles sus limpiezas étnicas, pero es
menester preguntarse por el origen del conflicto y si acaso este no se
encuentra en la posición adoptada por países como Alemania o Francia que se
apresuraron a reconocer la independencia de Croacia. Es posible que Yugoslavia
constituyese una unión artificial (Kosovo sin embargo siempre ha sido una
provincia de Serbia) producto del bloque soviético tras
La declaración
unilateral de independencia de Kosovo ha mostrado también de nuevo la ficción
que se esconde tras
Otra realidad ha
quedado al descubierto, no por escondida menos sabida, el papel secundario que
tiene nuestro país; a la hora de la verdad, no cuenta para nada en las
decisiones importantes. Y esto es así con independencia del gobierno y de la
política que se instrumente. Es más, cuanto menos se quiera aceptar este hecho
y más se pretenda jugar a destinos imperiales, más patética será la posición,
porque lo único que se conseguirá es convertirnos en marionetas de las grandes
naciones. El hecho de tener un papel secundario ofrece también ventajas
como la de no tener que enfangarnos en cometidos que no nos conciernen.
Si deciden ellos, que sean ellos los que asuman el coste. Por eso es tan tremendamente
extravagante y gratuito implicarnos como nos hemos implicado en misiones
internacionales.
La posición en la
que queda nuestro país es bastante desairada y algo paradójica. El Gobierno se
ha visto obligado, quizás por estar en campaña electoral, a no reconocer la
independencia de Kosovo, pero al mismo tiempo mantiene en aquel país
novecientos soldados cuya finalidad va a ser defender y ayudar a mantener esa
independencia. Paradójica, por no decir incoherente, es también la postura de
un gran número de voces a las que ahora se oye clamar contra la independencia
de Kosovo y exigir la vuelta de nuestros soldados, cuando hace años defendieron fervientemente los bombardeos de