Pensiones
Lo propuso el otro día ante la Comisión de
Presupuestos del Senado el director del Servicio de Estudios del Banco de
España, otrora militante activo de Bandera Roja y en la actualidad convertido
al más rabioso neoliberalismo económico: fondos privados de pensiones con
carácter obligatorio. Y parece ser que la medida no desagrada al ministro de
Trabajo. Los liberales de ahora no sólo gustan de lo privado, sino también de
lo obligatorio; con lo que demuestran que no son tan liberales como dicen. Del
Estado, de lo público, no reniegan por su carácter coactivo, sino por su
finalidad redistributiva. Desaparecida ésta y siempre que haya lucro privado
-es decir, de unos pocos- si las medidas son coactivas, mejor que mejor.
Todo el mundo se daría cuenta de lo
incongruente de tales planteamientos si no fuera porque una jerga
convenientemente engalanada oculta el verdadero sentido de las palabras. Porque
las pensiones o son públicas o no son. No hay pensiones privadas. Abogar por la
desaparición del sistema público es apostar sin más por la supresión de las
pensiones. La única alternativa es que cada cual se apañe como pueda. La única
solución que nos ofrecen es que cada uno ahorre para su vejez. Los llamados
fondos privados de pensiones no son mas que una manera, y no de las mejores, de
las mil posibles en las que materializar el ahorro. De pensiones no tienen
nada, excepto el nombre. Y no se entiende que los neoliberales, tras convertir
la jubilación en un asunto privado, se empeñen en dictaminar hacia dónde
tenemos que canalizar nuestra miseria. Y mucho menos que pretendan establecerlo
con carácter obligatorio. Si todo lo que tienen que decirnos es que ahorremos,
al menos que nos dejen elegir el destino de nuestro peculio.
La cantidad que les será permitida ahorrar
en su etapa laboral a la gran mayoría de los trabajadores será a todas luces
insuficiente para mantenerse con dignidad en su jubilación, pero en cualquier
caso no parece que el mejor empleo que pueden dar a esos escasos recursos sea
el invertirlos en los fondos de pensiones. Éstos pueden resultar rentables
exclusivamente a los colectivos de ingresos elevados y tan sólo por las
desgravaciones fiscales que, al practicarse en la base del IRPF, compensan
únicamente a los que tienen un tipo marginal alto.
Al final, resulta que los fondos de
pensiones no son un asunto tan privado como dicen. Privados, sí, son los
beneficios para las entidades financieras que los administran, privados para
los colectivos de rentas altas que los usan y para los que son ventajosos, pero
los costes son públicos ya que los soporta el Estado con una menor recaudación.
Y encima quieren hacerlos obligatorios. Menudos liberales.