Bajadas de las cotizaciones sociales

No comporta ninguna sorpresa. Era totalmente previsible. Uno de los muchos inconvenientes que encerraba el Pacto de Toledo es que, tan pronto como se constituyese el fondo de reserva, surgirían voces y presiones reivindicando reducir las cotizaciones sociales, con lo que se correría el peligro de que en lugar de garantizar las pensiones se incrementase el beneficio de los empresarios. La CEOE lo intentó con ocasión del último presupuesto presentado por el Gobierno de Aznar, pero Rodrigo Rato, entonces vicepresidente económico, se negó de plano. Ahora surge de nuevo el clamor, aunque lo extraño es que parece que proviene del propio PSOE.

En teoría, con el Pacto de Toledo las formaciones políticas y las organizaciones sociales pretendían garantizar la viabilidad futura de las pensiones. Pero no se precisa de una especial agudeza para intuir que, lejos de conseguir tal objetivo, se introducían y asumían principios muy peligrosos. Se trazaba una línea divisoria entre el Estado y la Seguridad Social separando ficticiamente las fuentes de financiación. La sanidad y determinadas prestaciones asistenciales pasaban al Estado para ser financiadas con impuestos y las pensiones contributivas permanecían en la Seguridad Social y deberían financiarse mediante cotizaciones sociales. Es verdad que, en cuanto a éstas, se afirmaba que “principalmente” y no “exclusivamente”. Pero después, en la práctica, tal matización se olvida y se razona como si las prestaciones contributivas no pudiesen financiarse también con los otros ingresos del Estado.

El Pacto de Toledo cambió por tanto radicalmente la concepción que hasta entonces se tenía en esta materia. En los Pactos de La Moncloa, y a partir de ellos, en todos los acuerdos, fuese cual fuese el nombre, firmados por el gobierno de turno y los agentes sociales, se estipulaba la necesidad de incrementar la participación del Estado en la financiación de la Seguridad Social. Así pues, se suponía que la Seguridad Social era parte del mismo Estado, y que éste estaba obligado a completar las cotizaciones sociales a la hora de cumplir con las obligaciones derivadas de todas las prestaciones sociales. Las pensiones estaban garantizadas por el compromiso del propio Estado y no por ningún fondo artificialmente creado.

Desde esta perspectiva, el fondo de reserva no tiene razón de ser. El déficit o superávit de la Seguridad Social debe compensarse con el déficit o superávit del Estado. Existe además un riesgo evidente en su constitución. Estaba cantado que en cuanto se crease vendría la presión de los empresarios, de todo el mundo económico y de los teóricos encandilados con el pensamiento único, para que se redujesen las cotizaciones sociales. El esquema está muy bien montado. Primero se dice que hay que rebajar las cotizaciones sociales porque sobra dinero y más tarde se afirma que hay que recortar las pensiones porque faltan recursos.

Se suele afirmar que las cotizaciones sociales son parte de la remuneración del trabajador, y que en última instancia son ellos quienes las pagan. Esta concepción tiene su parte de verdad, se pueden considerar como un salario diferido; pero conviene no olvidar que su reducción va a engrosar el excedente empresarial y no a incrementar el salario.

La coartada de aquellos que abogan por la bajada de cotizaciones es como siempre la competitividad. Se trata de ser más competitivos que los otros países. El planteamiento es perverso, porque las exigencias no tendrán fin, ya que no es previsible que los otros países se queden quietos viendo como pierden competitividad y reaccionarán a su vez reduciendo las cotizaciones, con lo que nosotros según la teoría de moda tendríamos que bajarlas de nuevo. Así hasta cuando...

Pero es que, además, con estos argumentos se olvida que en todo caso los que compiten en el mercado son los precios de los productos, y si los costes pueden influir en la tan cacareada competitividad es en tanto en cuanto su variación se transmita a los precios. Pero ¿qué garantía existe de que la reducción de las cotizaciones sociales vaya a repercutir en una bajada de los precios y no se quede todo en un incremento del excedente empresarial? Desde luego será esto lo que ocurra en todos los sectores y mercados en los que la concurrencia es imperfecta. En la mayoría de ellos.