Oligopolio Eléctrico
Una vez más el anuncio de la fusión de dos sociedades deja al descubierto la falsedad del discurso de la liberalización que desde hace tiempo viene de forma reiterativa recitándose en nuestro país. La fusión de Endesa e Iberdrola entrega a la nueva compañía resultante el 80% del mercado eléctrico.
Es cierto que se han apresurado en anunciar su intención - mas bien obligación impuesta por el gobierno- de desprenderse de una parte de sus activos y de su cartera de clientes. Pero ¿qué más da? Está claro que los porcentajes de concentración son lo suficientemente altos como para que la tan cacareada competencia sea una quimera; tanto más cuanto que todos los indicios apuntan a que una buena parte de esos activos serán adquiridos por Repsol y gas natural.
En el sector eléctrico existe, además, la agravante de que las compañías se han embolsado más de un billón de pesetas - que estamos pagando todos los consumidores- en compensación por haber introducido una teórica competencia que no existe, ni existirá. El concepto ya es de por sí escandaloso. Se entiende mal que haya que compensar a alguien porque un mercado pase a ser competitivo; pero deviene en desvergüenza cuando la competencia va a ser sólo virtual.
El resultado de las privatizaciones y liberalizaciones ha consistido únicamente en una enorme transferencia de poder del sector público al privado, de la sociedad organizada democráticamente (Estado) a unas cuantas oligarquías económicas y financieras.
El PSOE tiene razón cuando, por boca de su portavoz económico, denuncia "las operaciones que incrementan el poder económico personal de los amigos del gobierno" y "que suponen una ocupación del poder económico que en otros países llevaría a la rebelión civil". El problema del PSOE es que critica los resultados pero no cuestiona las causas. En realidad comparte el mismo modelo económico que el PP, y ese modelo liberalizador es difícil que nos conduzcan a otro desenlace.
Hoy son los amigos de Aznar los que se apropian del poder económico, un poder previamente arrebatado al Estado, como ayer fueron los de González; aun, en los momentos presentes, muchos de ellos continúan ocupando cargos importantes. Acuñé entonces, lo de la marianización de la Banca en referencia a Rubio y a la beautiful people, ahora se podría hablar de la aznarización de la electricidad o de las telecomunicaciones.
Lo verdaderamente grave de la situación es que dentro de unos años no habrá aznarización, ni marianización, ni gonzalización. Pero se habrá consolidado un enorme poder económico, al margen de cualquier control democrático. Mas bien será éste el que controlara a los poderes políticos y a la democracia.