Más ricos
La semana pasada el Instituto Nacional de Estadística
presentó la revisión de
El efecto más inmediato y quizás espectacular consiste en
descubrir que, según la nueva estimación, el Producto Interior Bruto (PIB) es
casi un 5% mayor de lo que creíamos. Dicho de otra manera, que somos un 5% más
ricos. Pero este mismo hecho nos debería hacer reflexionar sobre algo que a menudo
se olvida, que la cifra que normalmente se maneja del PIB es una mera estimación
sometida por una parte a error y por otra a convenciones bastante relativas. Relativo
es y convencional considerar que los hipotéticos alquileres que cada uno cobraría
por la vivienda propia si la arrendase forman parte del PIB y, sin embargo, el trabajo
doméstico que se efectúa en la propia casa o el autoconsumo, no.
Por fuerza hay que considerar como relativo que el trabajo de
una asistenta se compute como producción y, sin embargo, no se tenga como tal ese
mismo trabajo cuando lo realiza un ama o amo de casa. Y no sólo relativo sino también
distorsionante resulta que no se integren como sustraendo en el PIB los costes ecológicos
generados en el proceso de producción. La consecuencia de todo lo anterior es el
error que se comete cuando sacralizamos el PIB y consideramos su crecimiento como
el valor supremo al que hay que sacrificar cualquier otra realidad, o lo absurdo
que resulta que ciertos economistas discutan acaloradamente por décima más o décima
menos, haciendo de ello un argumento fundamental de lo bien o mal que va la economía.
Comencé afirmando, por simplificar y hacer
más inteligible la exposición, que con la nueva estimación se ha descubierto
que somos más ricos, pero tal aseveración no es del todo exacta porque la riqueza
no depende sólo del PIB sino también de la población entre la que éste se distribuye.
Si bien es verdad que en la nueva serie el PIB se incrementa un 5%, lo hace en buena
medida porque la población aumenta también en un porcentaje similar, con lo que
la renta per cápita, variable que mide, aunque sea con toda la relatividad posible,
el nivel de riqueza de un país, apenas
se eleva.
No obstante, una nación es un colectivo muy extenso y a
todos no nos va lo mismo en
Como corolario de lo anterior, los costes laborales
unitarios también descienden, incrementándose fuertemente el beneficio de los
empresarios y las rentas de capital, lo que eufemísticamente llamamos excedente
empresarial, que aumenta su participación en el PIB en un 2% mientras que la
participación de los salarios se reduce el 1,55%. Por referirnos a algún
sector, es representativo señalar que los beneficios empresariales en la
construcción se han duplicado en cinco años. A lo mejor, este dato algo
explica de la fuerte elevación que ha sufrido el precio de la vivienda.