Policía
para ricos
El delegado del Gobierno en Madrid, que no
es muy sutil precisamente, ha recomendado a los vecinos de las zonas
residenciales que se procuren su propia seguridad. Idea que, al parecer, avaló
el Defensor del Pueblo. Gran escándalo han causado ambas declaraciones. Tal vez
porque políticos y creadores de opinión suelen vivir en suburbios. Es lo malo
de coger carrerilla, que uno se emociona y no sabe ya dónde parar. Se empieza
por privatizar la electricidad, el teléfono, las comunicaciones, el gas, el
transporte aéreo, los ferrocarriles, los hidrocarburos, las carreteras; se
continúa con la educación, las pensiones, la sanidad y la justicia, y se
termina con la policía. En nuestro país hace ya mucho tiempo que la seguridad
constituye un floreciente negocio. Tan es así que hasta la protección de los
ministerios y demás centros oficiales se ha encomendado a compañías privadas. Y
he oído decir que tamaña novedad iba a llegar a las academias militares. ¡Manda
huevos!
Con la iglesia hemos
topado. Los liberales persiguen el adelgazamiento de todas las actividades
estatales, de todas menos del ejército y del orden
público. Estado gendarme, estado policía. El deber fundamental del estado liberal
y democrático es salvaguardar la vida y la hacienda del ciudadano. Mas el
estado diseñado en nuestra constitución no es el liberal, el de laissez-faire,
sino el social. A veces tengo la impresión de que para algunos la constitución
únicamente sirve como abrigo contra el nacionalismo en el País Vasco. El
concepto de seguridad es muy diferente para el estado social que para el
liberal. Para el estado social existen obligaciones tan fundamentales como la
defensa de la hacienda, entre otras razones porque la mayoría de los ciudadanos
apenas tienen hacienda que defender, como no sea su puesto de trabajo. Y en
cuanto a la vida, hay que protegerla no sólo de la delincuencia sino también de
la enfermedad y de otros muchos riesgos. Grave es que la policía llegue media
hora tarde, pero tanto más que un diagnóstico o una operación crucial se
retrase tres meses. Si hay sanidad, justicia o educación diferentes para pobres
y para ricos, antes o después habrá policía también diferente para pobres y
para ricos. Cuando el estado renuncia a tantas cosas, acaba por renunciar al
monopolio exclusivo de la violencia. Pero como bajar los impuestos es de
izquierdas.