Botín
procesado
La Audiencia Nacional ha confirmado la actuación de
la juez María Teresa Palacios en el procedimiento que se sigue contra Botín, Amusátegui y Corcóstegui, a pesar
de que el fiscal pedía el archivo de la causa. Cosa curiosa esto de la fiscalía
que se ensaña con los rateros pero siempre está dispuesta a pedir el
sobreseimiento cuando se trata de poderosos.
Después del pronunciamiento de la Audiencia parece
ineludible que Botín se siente en el banquillo de los acusados. Sin embargo,
nada indica que piense dimitir, ni se alzan, como cabría esperar, demasiadas
voces exigiéndolo.
Nuestra
sociedad practica un doble rasero ético. A los políticos, a los administradores
del Sector Público no se les pasa ni una, sin embargo, todo es flexibilidad y
laxismo cuando se trata de los gestores del sector privado. ¿Cómo hubiera
reaccionado la opinión pública si un político utilizase los recursos públicos
para pagar a sus competidores miles de millones de pesetas con la única
finalidad de que le dejaran el camino libre? Pues bien, esta parece que ha sido
la estrategia seguida por Botín. Tras la fusión del BCH y del Santander eran
demasiados a mandar y Botín deseaba todo el poder para él. Nada mejor que
romper, con recursos del banco, la resistencia de los otros candidatos. ¿Y
quién no se retira con tal ofrecimiento?
Botín se
queda con el banco y Amusátegui y Corcóstegui
con los millones; y los accionistas, trabajadores y sobre todo clientes, con la
asunción del coste de la operación. Total, es tan fácil repercutir el coste en
los clientes. Comisioncita aquí, comisioncita allá se va llenando el cestillo,
casi sin que el cliente se entere. Cualquiera que opere con el Santander es
consciente de cómo van cayendo las comisiones en la cuenta corriente sin que se
conozca muy bien el motivo. Un cuentacorrentista se podrá encontrar con que
después de tener a lo largo del año un saldo medio positivo de más de un millón
de pesetas, ¡oh misterio de las finanzas!, el banco carga en la cuenta un
resultado negativo.
A todo
político procesado, sea cual sea la causa. se le exige
inmediatamente la dimisión. Este patrón no parece regir para los banqueros
incluso cuando el delito del que se le acusa es de administración desleal y,
sin embargo, en pocas profesiones o actividades se manejarán fondos ajenos en
tal cuantía como en la de los rectores de entidades financieras. Al concejal de
un pueblo perdido de Galicia o de la Mancha se le demanda absoluta honradez
para permanecer en su cargo, pero este requisito no cuenta para dirigir el
primer banco del país.
Se ha
querido disfrazar la operación apellidando al convoluto,
de pensiones. El cinismo se eleva de grado. Aquellos que arremeten contra el
sistema público de pensiones y pretenden dejar a los jubilados en la mayor de
la precariedad no tienen empacho en confesar que con cargo a la entidad que
dirigen se aseguran, como pensión, cifras astronómicas. En tales condiciones
¿para qué van a necesitar las pensiones públicas?