Ellos se lo guisan...

Qué verdad es esa de que todo depende del color del cristal con que se mira; en este caso, de las conveniencias del partido al que uno pertenece. Más que partidos son holdings, multinacionales, en los que la fuerza política constituye tan sólo una rama del correspondiente sindicato de intereses. Y es que en el tema de las escandalosas cuentas del BBVA en el extranjero hay colores para todos los gustos, pero cada uno se apresura a ver únicamente la "paja en el ojo ajeno" y pasa de puntillas y sin detenerse en la "viga" propia. Nada tiene de extraño pues, que ante los comentarios de los distintos medios de comunicación, tengamos la impresión de que se están refiriendo a asuntos diferentes.

Lo cierto que es que tanto monta, monta tanto. Hay para todos. Sin duda, hay para el PSOE. No se puede ignorar que la cuenta se establece en 1987, siendo ministro de Economía y Hacienda Carlos Solchaga, y presidente del Banco Vizcaya su íntimo amigo Pedro de Toledo, banquero que era para el partido socialista, y especialmente para su área económica, como de la familia. Es verdad que no era el único, pero sólo a él, al haber fallecido se le cargó el mochuelo de Filesa. Lo del 87 no es baladí. Rato, como buen animal político, ha puesto el dedo en la llaga: "La pregunta clave es, ¿cómo pudo salir del circuito en 1987 el dinero del BBVA?". Ese es el punto central. Una vez fuera no resulta demasiado difícil ocultarlo, lo realmente complicado se encuentra en darlo de baja en el balance y que se esfume a un paraíso fiscal.

Pero el PP tampoco se va de chiquitas. No sólo es que a lo largo de estos años no se haya descubierto el "pufo", que únicamente indicaría quizás un funcionamiento deficiente de los órganos de control; es que, además, desde hace catorce meses, lo sabe el Banco de España, que es lo mismo que decir el Gobierno. Nadie puede creerse que el gobernador del Banco de España no comunicase al ejecutivo un tema de esta transcendencia. Pero ni uno ni otro hicieron absolutamente nada, excepto, según dicen, abrir una inspección de una duración inacabable. No pusieron los hechos en conocimiento del fiscal, que hubiese sido lo adecuado y lógico. ¿Cómo no sospechar que el Gobierno aprovechase el envite para hacerse con uno de los principales bancos colocando al frente del mismo a quien consideraban próximo? Esta práctica, por otra parte, no nos es desconocida en absoluto, y ha sido bastante corriente en las pasadas crisis bancarias. En esto los gobiernos de González también han sido maestros.

Después está lo del Secretario de Estado de Hacienda, que según dicen fue asesor fiscal para asuntos internacionales del BBVA y precisamente durante los hechos. Es posible que sea muy honrado, pero el problema no esta ahí. Hay que serlo y parecerlo. La cuestión radica en que cuando se nombra a un asesor fiscal para Secretario de Estado de Hacienda, antes o después, van a surgir sospechas e implicaciones que, como mínimo, se pueden calificar de turbias. Desde luego, la situación no es muy estética. Y van dos. Lo avisé cuando lo de Jiménez Reina. Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. No sé si todos los hombres, pero parece ser que sí los Ministros de Hacienda.

Este affaire deja en entredicho no sólo a los partidos políticos. Pone en cuestión también al tan cacareado capitalismo popular. De popular nada, de capitalismo poco. El poder económico termina cayendo en las manos de unos pocos aprovechados que una vez situados en la cúspide de los entramados societarios hacen y deshacen, y se quedan con la mejor parte. Fondos privados para los del BBVA, indemnizaciones de escándalo para los del BSCH. Para todos, sueldos desproporcionados. Ellos se lo guisan, ellos se lo comen.