Felaciones
electorales
Tania Derveaux,
candidata por Flandes al Senado belga, se ha hecho famosa en casi todo el
mundo. No es para menos. Aparte de posar desnuda en su cartel electoral por Internet,
ha prometido cuarenta mil felaciones, una para cada uno de los cuarenta mil
primeros votantes. La lógica es impecable porque Tania, por supuesto, no piensa
cumplir su promesa electoral; pero, como ella misma afirma, en su
incumplimiento no se apartará un ápice del resto de los partidos políticos que
durante la campaña política prometen y prometen para después no cumplir nada de
lo que habían prometido. Tal como dijo el viejo profesor con el cinismo que le
caracterizaba las promesas electorales están para no cumplirse.
La joven candidata al Senado no pretende
otra cosa que mostrar su repulsa y, al mismo tiempo, servir de canal de
protesta a otros muchos ciudadanos. Tania, y no es la única, repudia un sistema
político que considera falaz, trucado, y quiere denunciar además una norma
jurídica injusta y un tanto dictatorial que rige en Bélgica y que obliga a los
ciudadanos a concurrir a las urnas. Como ella explica, del voto en blanco se
terminan apropiando los políticos.
Derveaux reclama el derecho
a
La ideología se ha alejado de los partidos
políticos o, mejor dicho, todos han asumido la ideología de los intereses
económicos dominantes. En lo fundamental, es difícil distinguir a unos de
otros. ¿Quién es más de derechas Gallardón o Sebastián? En Alemania, la derecha
de Merkel gobierna con la teórica izquierda del SPD,
y no parece que las diferencias en el gobierno sean insalvables; y el nuevo y
flamante presidente de la República francesa, Nicolas
Sarkozy, acaba de cumplir su palabra de incorporar a su gobierno ministros de
la teórica izquierda. Y, ciertamente, uno llega a preguntarse si, dada la
homogeneidad ideológica actual, no es esta la fórmula más conveniente.
En nuestro país, la situación se agrava con
la existencia de partidos nacionalistas. Las reglas actuales de juego, con
circunscripciones uniprovinciales y aplicación de
Las felaciones de Derveaux,
quizás ella no pretendiese tanto, se han convertido en un símbolo para los
países occidentales, un grito que sus mandatarios y políticos harían bien en
escuchar porque ciegos de vanidad y de orgullo, aun cuando se les llena la boca
con la palabra democracia, no han reformado ni actualizado sus sistemas
políticos adecuándolos a las nuevas circunstancias, con lo que estos se han
desvirtuado de tal modo que de democracia permanece únicamente
La primera violación de la libertad
democrática comienza cuando, desde los poderes públicos y con el dinero de todos,
se hace propaganda en contra de la abstención, y no digamos en países como
Bélgica en los que se