Cuevas
no encuentra diferencia
Mire usted por
dónde, después de tantos años el presidente de la patronal viene a darme la
razón y afirma, en el primer aniversario del triunfo de Zapatero, que no
encuentra ninguna diferencia apreciable entre la política económica del Partido
Popular y
Cuevas, hombre práctico, ha venido a
reconocerlo. Y lo grave es que quizás a estas alturas de la función, aunque
quisieran, no podrían ya diferenciarse. Cosa distinta hubiera sido en el 82,
pero entonces no quisieron. Los dos tienen la misma política económica porque
los dos carecen de política económica. La esencia del neoliberalismo económico
es negar, hacer imposible, la política económica. La mejor política industrial
es la que no existe, afirmaba un ministro de González. Se trata de despojar a
los poderes públicos de todo protagonismo económico para entregárselo al
mercado. Se privatizan las empresas y las decisiones, se desregula el mercado.
Lo que priva son los reguladores independientes, sin sexo, sin democracia, pura
oligarquía, tecnocracia.
Según avanza
Alguna diferencia cabría en política fiscal
(no demasiado grande, desde luego, porque después viene lo de la
deslocalización y la globalización), pero tampoco quieren. El PSOE en la
oposición criticó fuertemente las dos reformas fiscales del Gobierno de Aznar.
Hubiera sido de esperar que, llegado al poder, corrigiese las medidas introducidas
por los populares, pero no parece que vayan por ahí los tiros de la próxima
reforma. Más bien lo que se vislumbra es que se va a consolidar la misma línea
de actuación. La reforma se va a hacer sin ganas, tocando algunas cosillas de
menor importancia para que no digan y porque estaban en el programa.
Bono arremete contra las balanzas fiscales
de las Autonomías. Tiene toda la razón cuando afirma que pagar más impuestos no
debe dar más derechos. Sería ciertamente obsceno que las Koplowitz,
Amancio Ortega o Botín se quejasen de que tienen una balanza fiscal negativa.
Igual de obsceno que cuando las Comunidades de renta alta afirman que tienen un
déficit fiscal. Esa es la esencia de la política tributaria progresiva: que los
ricos paguen mucho más que los pobres y que reciban igual o incluso menos. El
déficit o superávit fiscal de las Autonomías es tan sólo el resultado de este
juego. Cuando los políticos de una Autonomía rica se quejan de su déficit
fiscal, de lo que realmente se están quejando es de que
exista una política fiscal progresiva.
El neoliberalismo económico está en contra
de los impuestos progresivos. Los ricos se rebelan contra la presión fiscal que
consideran excesiva y las regiones ricas se quejan de que tienen un déficit
fiscal demasiado elevado. Lo único raro es que se pueda afirmar que bajar
impuestos es de izquierdas o que en Cataluña sean precisamente las fuerzas
políticas que se denominan de izquierdas las que protesten por su déficit
fiscal. Será una vez más que no hay diferencia.