Pobreza
en Europa
Los estruendos de la contienda difícilmente nos han
permitido prestar atención a otras cuestiones más prosaicas y doméstica.
Efectos colaterales también de las guerras. Éstas sirven de cortina de humo a
los problemas sociales y económicos.
Hace ya
algunos días que Eurostat publicó un estudio sobre
los índices de pobreza en los Estados miembros, concluyendo que el 15%
(aproximadamente 56 millones de personas) viven en Europa en esta situación.
Lo primero
que conviene aclarar es que el concepto es relativo ya que se calcula en
función de la renta media. No de la europea, sino de la de cada país; con lo
que se puede dar la circunstancia de que alguien considerado pobre en Suecia o
en Alemania disponga de más renta que otros que no tienen tal condición en
Grecia, Portugal o España.
El estudio
señala también para cada país el efecto que sobre el índice de pobreza tiene la
actuación estatal mediante transferencias sociales.
Una vez más
se pone de manifiesto, hasta en la forma de elaborar las estadísticas, la falta
de cohesión social en la Unión Europea. Ésta, por más voluntarismo que algunos
adopten y pronunciamientos triunfalistas que realicen, no pasa de ser un
mercado más o menos unido, y a la hora de la verdad, de la distribución de la
renta, cada país tiene que apañarse por sí mismo.
Tal falta
de integración contrasta con la dinámica frenética de ampliar más y más sus
límites geográficos, incorporando nuevos países. Ya hemos llegado a
veinticinco. Aplicando a la Unión Europea los atributos que la lingüista define
para los conceptos, diríamos que gana en extensión lo que pierde en
comprensión.
Pero
retornando al tema de la pobreza y a las cifras del Eurostat,
la comparación del porcentaje entre países resulta ser una aproximación al
grado de desigualdad con que las rentas se reparte en cada uno de ellos, y en
especial la mayor o menor intensidad que también en cada uno de ellos tienen
las políticas sociales para corregirla.
Curiosamente
los países más pobres de la Comunidad son también los que distribuyen peor la
renta, presentando tasas más altas de pobreza relativa (Grecia y Portugal 21%,
España 19%).
En el caso
de nuestro país, lo que tal vez sea más significativo
es que este elevado índice de pobreza obedece al escaso efecto de las
transferencias sociales, puesto que si bien éstas reducen por término medio en
Europa el porcentaje en nueve puntos, en España sólo lo hacen en cuatro.
Únicamente en Grecia (un punto) y en Italia (3 puntos) la política social tiene
un impacto tan reducido.
Tales datos concuerdan con la participación que el
gasto de protección social tiene sobre la renta nacional. En nuestro país es
del 20%, el menor de todos los países excepto el de Irlanda y siete puntos inferior a la media europea. Existe además el agravante de
que este porcentaje se ha reducido en dos puntos desde 1996. Después el
gobierno dirá que hemos crecido más que la media de los otros países, pero da
la impresión que ese crecimiento económico no llega a todos.