Trabajar más y ganar menos
El jefe de la patronal, ese empresario
tan eficiente y amigo de Esperanza Aguirre, se despachó el otro día a gusto
afirmando que hay que trabajar más y ganar menos. Ése es el progreso que
algunos nos prometen. En estas condiciones ¿resulta tan extraño que haya quien
esté dispuesto a devolver el billete y a rechazar la globalización y
Lo más grave en cualquier caso es que las
palabras de Díaz Ferrán no parecen ser tan
excepcionales. Expresiones parecidas se repiten a menudo en los medios de
comunicación intentando hacernos creer que los beneficios sociales y laborales
del pasado no son factibles en
Durante siglos, al mismo ritmo que la
ciencia y la innovación tecnológica perfeccionaban los sistemas de producción,
incrementaban la productividad y multiplicaban los bienes y servicios
producidos, las condiciones laborales y sociales de los trabajadores mejoraban,
la jornada laboral se reducía, aumentaban las retribuciones de los asalariados
y el Estado, mediante sistemas fiscales progresivos, garantizaba con carácter
universal la cobertura de las necesidades consideradas básicas. La mayoría de
las personas tenían la seguridad de que
la vida de sus hijos sería mejor que la que a ellos les había tocado en suerte
y, a su vez, todos los jóvenes esperaban contar con más oportunidades que las
que pudieron disfrutar sus progenitores.
Pues bien, desde hace treinta años esta
certeza se está diluyendo. A pesar de que la productividad ha seguido creciendo
y, como consecuencia, también la renta per cápita; a
pesar de que en todos los países, al menos en los desarrollados, la producción
y la renta nacional se han multiplicado por dos o por tres, el mensaje que se
lanza a los trabajadores es que ya no son posibles las conquistas sociales y
laborales alcanzadas en el pasado. Bien es verdad que al mismo tiempo el excedente
empresarial absorbe cada vez una porción mayor de la renta y que los sistemas
fiscales se hacen más regresivos. Basta señalar cómo, por ejemplo, en España el
tipo marginal del impuesto sobre la renta ha pasado del 65 al 43 por ciento.
¿Puede sorprendernos, por tanto, que se
multipliquen las protestas, huelgas y manifestaciones como las que están acaeciendo estos días en Francia? Dicen que
en ellas aparece con un protagonismo especial el elemento estudiantil, lo cual
no puede por menos que traernos a la memoria el Mayo del 68. Existe, sin
embargo, una gran diferencia. En aquellos días, los estudiantes protestaban en
aras de una sociedad mejor y distinta a la que habían conocido sus padres. Hoy,
se contentan con que no se produzca un retroceso y puedan disfrutar, al menos,
de las mismas condiciones que conocieron sus progenitores.