No
hay que mirar hacia atrás
El fiscal general del Estado, al tiempo que
generaba una crisis con el Ministerio del Interior al desvelar que la policía
no colabora con la institución que dirige, calificó de fraudulenta la querella
interpuesta en la Audiencia Nacional contra los asesores de Bush a cuenta de
Guantánamo. Y es que la jurisdicción universal se ha convertido en un engorro
diplomático para el Gobierno. La ministra de Exteriores de Israel ya desveló
que Moratinos le había prometido modificar la legislación para que la querella
contra los genocidas de Gaza no prosperase.
Como afirma uno de los querellantes en la
causa de Guantánamo, parece que la justicia universal sólo vale para “negritos
y sudacas”. Yo diría que sólo vale para perdedores. Ningún tribunal va a ser
capaz de juzgar a los gobernantes de las potencias occidentales. Israel y EEUU
nunca permitirán que, por muchas atrocidades que hayan realizado, sus gobiernos
presentes o pasados se sienten en un banquillo. “Hay que mirar hacia delante y
no hacia atrás”, ha dicho Obama. Y es que mirar hacia atrás puede complicarle
su mandato.
No hay que olvidar que una gran parte del
pueblo americano no estaba tan alejada de los planteamientos de la
administración Bush, del mismo modo que una buena parte de la sociedad española
veía y aún ve con buenos ojos las actuaciones del régimen franquista. Tampoco
hay que mirar hacia atrás. La gran pregunta que siempre ha quedado en el aire
es cómo condenar el régimen nazi, absolviendo al pueblo alemán. ¿Cómo culpar al
gobierno de Israel sin imputar al mismo tiempo a una mayoría de ciudadanos
judíos?. ¿Cómo acusar a Bush, a Dick Cheney y a Rumsfeld y no responsabilizar de los mismos
crímenes a buena parte de la sociedad americana? Irak, Guantánamo y todos los
crímenes de guerra no fueron impedimentos para que Bush saliese elegido por
amplia mayoría la segunda vez.
Obama ha hecho públicos los informes
secretos en los que aparecen las atrocidades y torturas cometidas. Quizás
piensa que puede ser un revulsivo, pero pedir responsabilidades penales es otra
cosa. No hay que mirar hacia atrás. La sociedad no está preparada. Sería una
gran humillación, gritan los conservadores norteamericanos. No existen
demasiadas dudas de que el Gobierno español debe de estar sometido a toda clase
de presiones. Los líderes del PSOE desde la oposición saludaron con alborozo el
procesamiento de Pinochet; pero ahora, desde el poder y tratándose de Israel y
EEUU, no es lo mismo. El fiscal general del Estado se ve obligado a realizar
toda clase de cabriolas jurídicas. No soy experto en Derecho por lo que sería
una osadía juzgar sus argumentos, pero tengo la intuición de que, de no existir
estas razones, acudiría a otras.
El orden internacional se basa en una
inmensa hipocresía. El respeto a los derechos humanos sólo es obligatorio para
los países pequeños y con tal de que no sean amigos de las grandes potencias;
la justicia universal únicamente rige para los vencidos; el terrorismo de Estado
no existe; los amos del mundo y sus aliados nunca cometen genocidio ni crímenes
de guerra… Mientras no existan instituciones internacionales con competencias y
verdaderamente democráticas, el llamado orden internacional es simplemente el imperio del más fuerte o el
resultado de un equilibrio siempre inestable de fuerzas; pero, al menos, no
seamos hipócritas y no mantengamos un discurso moralizante y farisaico.