Aznar
y Schröder
La prensa extranjera, y en especial la
alemana, está poniendo verde a Aznar con motivo de los fondos de cohesión. Le
llaman intransigente. Si les digo la verdad, en esto de Europa prefiero un
presidente bronco y obstinado a otro demasiado complaciente a quien finalmente
concedan el Premio Carlomagno.
Un poco tarde -ha escrito un eminente
socialista-, la cuestión debería haberse planteado antes, en la Cumbre de Niza.
Tiene razón, pero mejor que en Niza en Maastricht, porque todos los males parten
de ahí, de un tratado injusto y erróneo. Los fondos de cohesión constituyen un
mal remedo de una política fiscal y presupuestaria, premisa de cualquier tipo
de unión monetaria. Los países pobres, entre ellos España, jamás deberían haber
permitido que ésta se realizase sin una hacienda pública común.
El sistema de fondos hace aparecer a las
naciones menos prósperas y a sus gobiernos como pedigüeños. Plantea el problema
en el campo de la caridad, y no en el de la equidad; limosnas, ayudas, y no
corrección de unos ingresos injustamente distribuidos por el mercado; mercado
que ya es único y en el que las rentas obtenidas en un lugar se generan a
muchos kilómetros de distancia.
Schröder y su Gobierno hacen
gala de un enorme cinismo. ¿Cómo se puede defender un sistema federal sin
presupuesto común? Cualquiera que fuera éste, para ser digno de tal nombre y no
la añagaza de que dispone en la actualidad la UE, transferiría recursos de los
ricos a los pobres en una cuantía infinitamente mayor de la que hoy lo hacen
los fondos; en medida similar a los que en el interior de los estados se
trasvasan de las regiones de mayores ingresos a las menos desarrolladas.
Schröder quiere los
mercados, pero se niega a pagar por ellos; desea explotar las economías del
Este, pero no admite a sus trabajadores. Habla de federalismo, pero ambiciona
colonias; dice que es socialista, pero aspira a implantar en el mercado europeo
un sistema liberal, reserva la redistribución exclusivamente para el interior
de Alemania. Aznar es liberal y dentro de España se esfuerza por eliminar los
mecanismos redistributivos y hacer regresivo el sistema fiscal; pretende, sin
embargo, que se corrijan las desigualdades entre países que crea el mercado
europeo. Paradojas de la Unión y del gorro que cada uno llevamos puesto.