España va bien

“España va bien” era el eslogan preferido en materia económica durante la anterior legislatura. En ésta -no con las mismas palabras-, el discurso oficial viene a decir lo mismo. En ambos casos, el optimismo se fundamenta en hechos similares. La economía española crece a buen ritmo -superior al del resto de los países europeos, con lo que lógicamente la renta per cápita se acerca a la de Europa- y aumenta el empleo. Incluso, fundamentándose en esta última variable, se llega a afirmar que no es preciso esforzarse en hacer una política social, puesto que la mejor política social es la de crear puestos de trabajo.

Hoy, la ciencia económica está estancada. Se desdobla en dos enfoques, no se sabe cuál de ellos más inservible. El primero es el académico, el practicado por profesores, principalmente en el ámbito universitario, aunque últimamente éstos tienen cada vez más interés en colonizar el ámbito administrativo. Se dedican a estudios y análisis sobre modelos teóricos absolutamente alejados de la realidad y, por lo tanto, inútiles. Lo llaman investigación y debe de proporcionarles pingües. Como pasatiempo, no están mal. El segundo anida en el discurso político y mediático, basado en eslóganes simples y concisos que, a fuerza de repetirse, acaban por hacer pasar por verdad las mayores mentiras. Entre ellas está, por ejemplo, la de basar la buena o mala marcha de la economía exclusivamente en la evolución del PIB. Es decir, reducirlo todo al crecimiento económico, prescindiendo de en qué se crece, cómo se crece y, sobre todo, cómo se distribuye el crecimiento. De este modo surgen paradojas como la de que España, siendo uno de los países de Europa con mayor crecimiento, sea también uno de los países en los que la evolución de los salarios es peor.

Así lo atestigua un estudio realizado entre la empresa Adecco y el IESE, Instituto de Estudios Empresariales, dependiente de la Universidad de Navarra, en el que se analiza el mercado laboral de siete países europeos: Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, España, Portugal y Polonia. En relación con la media europea, el sueldo medio español es un 15,2% más bajo; un 18% inferior al de los italianos, un 27% al de los franceses y un 37% al de los alemanes. Sólo se sitúa por encima de Portugal y Polonia. El aspecto más negativo, sin embargo, es la evolución. Desde 1997, fecha en que según dicen empieza el milagro español y mientras que la renta per cápita ha aumentado mas del 30%, el salario real sólo se ha incrementado en un triste 0,4%, dato que difiere del de otros países como Reino Unido o Polonia, en los que el poder adquisitivo de los salarios se ha elevado en un 20%.

En el primer trimestre de este año, el salario medio real de nuestro país se ha reducido en un 0,5%, confirmando seis trimestres consecutivos de descensos. Esta evolución contrasta con la seguida por el PIB, con incrementos superiores al 3%. La explicación hay que buscarla en otra información, la de los beneficios empresariales. Según el Banco de España, las empresas no financieras han aumentado sus ganancias hasta marzo en un 25%. No digamos las financieras, cuyos beneficios, tal como ellas mismas anuncian a bombo platillo, presentan incrementos escandalosos. Es el viejo dicho del pollo y la lechuga, que hoy podríamos actualizar de la siguiente manera: si uno se come una langosta y el otro una tortilla, las estadísticas dirán que se han comido media langosta y media tortilla cada uno. El “España va bien” de Aznar y Zapatero tiene, por lo visto, todo el sentido para los empresarios, pero no parece que lo tenga tanto para los asalariados.