Tretas
electorales
Como
todo indica, estamos ya en campaña electoral, y hacen su aparición en escena
las promesas, esas promesas que, según decía el viejo profesor, son para no
cumplirlas. Se viene hablando estos días de gravar con un impuesto especial los
sueldos, ciertamente obscenos, de los ejecutivos de la banca, pero ¿por qué a
los de la banca y no a los de otras grandes empresas cuyos emolumentos suelen
ser parecidos?, ¿y a los futbolistas?, ¿y a los artistas y profesionales?, ¿y a
los que no trabajan y viven de las rentas, fabulosas, enormes rentas? No parece
riguroso que haya que discriminar por profesiones, sino por capacidad
económica.
En
materia fiscal todo está inventado y hay que huir de las ocurrencias. Existe un
impuesto sobre la renta que se puede hacer tan progresivo como se quiera,
dividir la tarifa en los tramos que se desee, y colocar los tipos marginales en
los niveles que se juzgue conveniente. Solo hay que querer. El problema es que
no se quiere. El camino emprendido en el pasado tanto por el PP como por el
PSOE ha ido en sentido contrario. Por eso ese discurso aparece ahora como
oportunista y falaz.
Comienza
a escucharse una perorata un tanto estrafalaria: ahora se pueden adoptar
medidas que antes no se podían plantear. El ahora se entiende después de las
elecciones, porque por el momento continuamos con la misma política. Todo
consiste en escudarse detrás de Grecia y de la Unión Monetaria. Aun aceptando
que el ajuste fuese conveniente -que no lo era, y en el futuro se verán mas
claras sus consecuencias-, nadie obligaba a hacerlo de forma tan regresiva.
Nada impedía acometer lo que ahora se anuncia y mucho más. En lugar de congelar
las pensiones y otras lindezas, se podía haber reformado el impuesto sobre la
renta para retornar a una tarifa mas progresiva, y englobar de nuevo en ella
las rentas de capital, o modificar el impuesto de sociedades no solo para los
bancos sino para todas las empresas que obtienen resultados positivos (este
gravamen nunca incide sobre las pérdidas, solo sobre los beneficios), y qué
decir de ese tributo sobre las grandes fortunas. Habrá que recordar que el
impuesto de patrimonio se eliminó con anterioridad a cualquier presión de la
Unión Europea.