Tanto monta, monta tanto
Hay dos
enseñanzas que la crisis actual está poniendo de manifiesto. La primera es que
es global, que ningún país o región se libra de ella, indicando así el grado de
interconexión que, hoy por hoy, se da en la economía internacional. La segunda,
derivada de la anterior, consiste en los obstáculos que hallan y, en cierta
forma, la escasa capacidad con que cuentan los poderes políticos nacionales y
estatales para dar una respuesta en consonancia, es decir, global. El hecho ha
sido especialmente llamativo en la Unión Europea.
Si lo
anterior resulta cierto en el ámbito nacional, qué decir cuando son las
autoridades autonómicas o locales las que pretenden hacer comparaciones y
colocarse medallas respecto a si la economía de su región o de su ciudad
presenta una evolución mejor que la del resto. A mediados del mes pasado, el
alcalde de Madrid afirmaba durante el Debate del estado de la ciudad: “Madrid
también padece la recesión, pero la afronta mejor porque cambió a tiempo y la
vencerá antes porque se ha preparado para ello”. Después hizo todo tipo de
comparaciones ventajosas para la ciudad que preside respecto a la media de
España: PIB, desempleo, afiliación a la Seguridad Social... incluso llegó a
afirmar que el paro en ciudades como Barcelona había crecido tres puntos por
encima del de Madrid. Todo para concluir que “existe un nuevo paradigma
económico, en el que Madrid lleva años trabajando”, y demostrar, según él, que
“no todos lo modelos políticos estaban igual de preparados para enfrentarse a
los problemas que la crisis podía ocasionar a los ciudadanos”.
No puedo
por menos que mostrar mi escepticismo, radical desde luego, en la capacidad que
los gobiernos autonómicos y locales tienen para cambiar la marcha de la economía,
pero incluso en poder hablar de diferencias sustanciales y mucho menos de
modelo; tanto más si nos referimos a dos ciudades como Madrid y Barcelona, con
equipamientos similares y en las que se encuentran presentes la casi totalidad
de sectores económicos. No niego la existencia de diferencias, pero sí que
éstas sean tan representativas como para poder influir de forma relevante a la
hora de encarar la crisis.
La
interconexión de la economía y de los mercados, incluyendo el financiero, entre
todas las regiones de España es lo suficientemente importante para dejar atrás
las pequeñas diferencias y permite pronosticar que la salida de la crisis ─cuando se dé─ será en fechas muy
similares. El mayor problema que tiene hoy la economía española es el enorme
déficit exterior que ha venido acumulando y su correlato, el endeudamiento. De
su solución va a depender en buena medida
la superación de la recesión, y ello afecta por igual a todas las
Autonomías.