Promesas
electorales
Es
habitual que en tiempo de elecciones los partidos se sientan generosos y hagan
todo tipo de promesas. También lo es que desde los distintos medios de
comunicación tal comportamiento se critique y se descalifique tildándolo de
electoralista. No comparto por completo tal opinión. Me parece interesante y
casi una pauta de higiene democrática que al menos cada equis años los
políticos se vean forzados a dar
satisfacción a las demandas populares.
Pero
lo que en principio es positivo puede tornarse en pernicioso, cuando las
promesas electorales brotan en plan de ocurrencia sin análisis previo o son tan
descabelladas que se intuye el propósito de no cumplirlas. A veces gozan de tal
generalidad que el compromiso queda casi en nada. En todos estos casos uno se
pregunta si la única finalidad no es engañar al personal, y si pasadas las
elecciones “si te he visto no me acuerdo”. Constituye casi un lugar común citar
la frase un tanto cínica del “viejo profesor” afirmando que las promesas
electorales se hacen para no cumplirse.
Desde que en el Debate sobre el estado de la
Nación se dio el pistoletazo de salida a la carrera hacia las generales, el
PSOE se desenvuelve con total frenesí en una lluvia de promesas electorales.
Inició la marcha el mismo Zapatero con una cesta por natalicio de 2.500 euros,
que cogió a todos por sorpresa, no solo a la oposición sino a su propio
vicepresidente económico. No parece que entre las múltiples necesidades
sociales sea ésta la más prioritaria. Como afirmé no hace mucho en un artículo,
dudo bastante que tal “aguinaldo” sirva para incentivar la natalidad y, más
aún, no parece que esté demostrado que sea conveniente hacerlo.
Más
tarde ha venido lo de las casas a gogó de la Junta de Andalucía, ratificado por
la flamante nueva ministra de Vivienda y, eso sí, una vez más, con total
desconocimiento del vicepresidente económico que es el que, en última
instancia, tendrá que proporcionar el dinero. Las autonomías terminan siempre
reclamando los recursos a Madrid. En esta ocasión quizás no haga falta, porque
la medida, por su generalidad, tiene toda la apariencia de un canto al sol. Por
debajo de tres mil euros de renta mensual están más del 90% de los ciudadanos
españoles. Y aun cuando se diga que esos ingresos son por familia, ¿cómo se
controla la independencia o no a la hora de reclamar una casa?
El
problema de la vivienda no se soluciona con leyes, sino con hechos. El
compromiso legal hace mucho tiempo que existe para toda España. Se encuentra
nada menos que en
La
última promesa, la última por ahora, proviene del ministro de Sanidad. Se trata
de facilitar asistencia gratuita bucodental a todos los niños. Hay que
reconocer que esta medida si es concreta y positiva. La incertidumbre surge,
sin embargo, al constatar el desconocimiento que el vicepresidente económico
tenía de ella, lo que hace sospechar de la carencia de una memoria económica
que la respalde y de unas previsiones presupuestarias con las que financiarla.
La misma vaguedad de la vicepresidenta, afirmando que el ministro de Sanidad y
el de Economía buscarán “fórmulas” (así, en abstracto) para implementar la
medida, da idea de la improvisación con que se ha adoptado.
El
peligro radica pues en que, si bien es posible que se introduzca la prestación,
esta se realice sin incrementar los recursos destinados a sanidad con lo que
irá en detrimento de los demás servicios. La historia no es nueva, la
universalidad de la asistencia sanitaria se implantó manteniendo casi
constantes (en porcentaje del PIB) los recursos destinados a la sanidad, lo que
se tradujo en el deterioro de todas las prestaciones.
Es
curioso que todas las medidas propuestas vayan dirigidas a la generalidad de la
población y no a las clases más necesitadas. Por ejemplo, nadie propone elevar
la cobertura del seguro de desempleo, cuando el paro es sin duda la principal
de las contingencias y el origen de situaciones de miseria difícilmente
reversibles. Por otra parte, las promesas sociales son a duras penas creíbles
sin incrementos de presión fiscal, lo que no parece que ningún partido esté
dispuesto a defender. Es más, se dice que bajar los impuestos es de izquierdas.
Hasta
ahora es el PSOE el que viene manteniendo la lluvia de dádivas. Pero es de
esperar que en un plazo muy breve el PP entre en