Los atentados y la crisis económica

Se suele decir que el que un perro muerda a un niño raramente será objeto de información periodística. La noticia está en el fenómeno inverso, en que un niño muerda a un perro. Los medios de comunicación tienden a lo fantástico, a lo desmesurado, presentan por naturaleza cierta propensión a inventarse o al menos a exagerar la noticia. Ante los trágicos acontecimientos de la semana pasada, lo noticiable en la información económica, y por lo tanto, hasta cierto punto, lo deseable para los medios, es que tales incidentes tuviesen un fuerte impacto en la marcha de la economía. De ahí que estos días casi todos los finos analistas económicos se apuntaran al catastrofismo y se esforzaron en buscar y alambicar argumentos con los que mostrarnos las distintas vías por las que los atentados dañarían la actividad económica.

No diré yo que el dinero no sea medroso o que no sea el primero en estar dispuesto a huir ante el menor riesgo, pero también será el primero en retornar una vez pasada la amenaza. El que Wall Street haya permanecido cerrado durante varios días o que el Congreso americano haya dado a Busch plenos poderes para hacer la guerra, habrá introducido inquietud e inseguridad en el sistema, pero la tranquilidad reaparecerá tan pronto como se tenga conciencia de que la guerra en sentido estricto no es posible por falta de enemigo y que todo quedará, como mucho, en masacrar algún país de esos que no cuentan. Lo que intento señalar es que los efectos económicos de una crisis como la vivida la semana pasada se producen a corto plazo y que su impacto a medio o largo plazo puede resultar casi inapreciable.

La actuación de Wall Street en su primera sesión, tras haber estado varios días cerrado, contradiciendo las expectativas de crack que muchos vaticinaban parece confirmar lo anteriormente indicado. Wall Street tuvo una fuerte caída, siete puntos, pero no el desplome previsto por algunos, y un descenso menor que el que ya habían descontado las bolsas europeas con rebajas del 11 ó 12 % en los días anteriores. Bien es verdad que tanto el Banco de la reserva federal, como incluso el BCE, colaboraron a esta contención reduciendo en medio punto el tipo de interés.

De todas formas conviene no llamarse a engaño. Muy posiblemente las bolsas con altibajos continuarán su marcha descendente y es también muy posible que la economía norteamericana entre en recensión arrastrando a la europea. Pero es que esa era la tendencia y la evolución previsible antes de producirse el trágico atentado, y no parece que haya ninguna razón para que el signo del ciclo cambie. En el segundo trimestre, según datos oficiales, el PIB norteamericano creció un 0,2%, que fácilmente se puede convertir en tasa negativa cuando se revise el dato y todo apunta a que en el tercer trimestre la tasa también será negativa, con lo que en sentido técnico EEUU se encontraría ya en recesión.

Los fatales atentados de hace una semana, como mucho, han podido introducir cierta volatilidad en el comportamiento de las bolsas y adelantar un proceso de desaceleración económico que estaba ya en marcha. Otra cosa sería si en realidad se declarase una guerra y sobre todo si ésta tuviese impacto en el suministro del petróleo como ocurrió con la del Golfo. En cualquier caso lo que si es muy posible, que economistas y sobre todo políticos se apunten a responsabilizar a los atentados de la crisis; una crisis que como todas las económicas, no es fácil de explicar.